De la danza de la lluvia a sembrar nubes, ¿se puede controlar el clima?

noviembre 11, 2022

Gotas de agua

En la historia nunca ha llovido a gusto de todos. Ahora, parece ser que menos aún, con las consecuencias del cambio climático provocando fenómenos meteorológicos extremos en algunos lugares y desertificación en otros, con lluvias torrenciales alternando con alarmantes sequías, con vientos amenazadores y un calentamiento global que derrite los hielos polares… ¿Podemos hacer algo frente a ello? En tiempos pasados chamanes y sabios invocaban o alejaban a la lluvia o el viento con sortilegios. Hoy la investigación física y química han tomado el relevo y parece que sí, en cierta medida, se puede influir en el clima. 

 

Ya en los años cuarenta del siglo XX, se descubrió que el yoduro de plata favorece la formación de cristales de hielo dentro del vapor de agua (las nubes), lo que hace que éstas ‘engorden’ y sean más proclives a precipitar. Desde entonces, la técnica ha ido evolucionando, perfeccionándose y popularizándose hasta conocerse hoy como  ‘siembra de nubes’, que se utiliza para incrementar las lluvias o la nieve en lugares donde hace falta agua, o bien para evitarla en días concretos, como es el conocido caso de China en la víspera de los Juegos Olímpicos de 2008, que utilizó este método para ‘descargar’ las nubes existentes previamente y evitar así la lluvia en los días clave. De manera alternativa, también se puede usar hielo seco o propano líquido para el mismo fin. Sin embargo el método de la siembra de nubes no es del todo infalible, según los expertos, ya que no se pueden (aún) crear nubes de la nada. La siembra de nubes solo puede darse cuando ya las hay (y un tipo específico de ellas, con unas características y temperatura concretas, es decir, que tienen potencial para precipitar pero no ejercen esa capacidad), por eso no es la panacea para acabar con las sequías. 

 

Riesgos de manipular el clima

Además, estas manipulaciones del clima no están exentas de riesgos. Para empezar porque forzar a que el agua forme nubes en ciertos lugares puede suponer que se retire de otras regiones y, por tanto, se evite la lluvia en ellas, de manera que podríamos estar intentando solucionar los problemas de sequía en unos lugares y provocándolos en otros. Este tema no está aún lo suficientemente estudiado, pero sabemos que la cantidad de agua que hay en el planeta es la que es, desde su formación. Para seguir, estaría la ‘ligera’ toxicidad para los humanos del yoduro de plata, además del impacto medioambiental de los cañones o avionetas que lo dispersan y el hecho de que ‘la atmósfera no tiene barreras’, así que cualquiera de estos compuestos que se liberen en ella pueden diseminarse al resto del mundo.

 

Finalmente, porque se puede utilizar no para el bien común, sino para, por ejemplo, provocar fenómenos atmosféricos dañinos contra enemigos como táctica de guerra o para arruinar cosechas y ‘matar’ de hambre a territorios enteros. La conocida Operación Popeye, que tuvo lugar durante la guerra de Vietnam consistió, precisamente, en esta siembra de nubes para prolongar el monzón y evitar el envío de suministros a las tropas enemigas al dejar las vías de acceso impracticables. Después de que esta historia fuera conocida, la modificación del clima fue prohibida por la Convención de Modificación del Medio Ambiente (ENMOD), y así sigue a día de hoy.

 

Otras acciones para modificar el clima 

No solo la lluvia, también se han probado otros métodos, por ejemplo, para alejar las tormentas  o los huracanes de la tierra utilizando molinos de viento, bombas de oxígeno o disparos láser; refrescar el océano con icebergs para evitar la formación de esos ciclones tropicales que dan lugar a los huracanes; o los cañones antigranizo, que emiten ondas de choque tan fuertes que interfieren en la cristalización de las piedras de hielo para, al menos, reducir su volumen. Todos ellos parecen ser efectivos pero, de momento, más costosos que la siembra de nubes, hasta ahora la más popular. 

Actualmente, este campo de investigación es, de hecho, muy activo. Por ejemplo en países con problemas graves de falta de agua pero con recursos económicos suficientes, como los Emiratos Árabes Unidos, que cuentan con un Programa de Estimulación de la Lluvia a nivel nacional que tiene, según apuntan desde este país, un doble objetivo: por un lado, impulsar la investigación en esta materia en el mundo, y por otro aumentar las precipitaciones en los Emiratos Árabes Unidos y otras regiones áridas y semiáridas en el mundo.

 

Además de ellos, y según el Comité de Expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) de Naciones Unidas, más de 50 países estarían llevando a cabo estas actividades de modificación artificial del clima. Y si bien las razones, como decimos, pueden ser tan legítimas como evitar la sequía y dar de beber a muchos seres vivos, evitar accidentes en aeropuertos a causa de la niebla o evitar el impacto de un huracán en zonas pobladas (o por el contrario tan peregrinas como evitar que llueva en un día de fiesta), probablemente veremos los resultados o consecuencias, muy pronto.

 




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