Este verano han sido noticia en el mundo incendios masivos como los del Amazonas, tormentas devastadoras, el huracán Dorian, que amenaza con ser el más agresivo en 30 años, o temperaturas inusuales como las de julio de 2019, que ha sido el mes más caluroso de la historia superando al de 2016...
La naturaleza sigue enviándonos mensajes de alerta y parece que empezamos a ser cada vez más conscientes de la crisis climática. Por eso, queremos dar respuestas a algunas preguntas:
¿A qué nos referimos cuando hablamos de cambio climático?
La tierra los ha sufrido desde siempre y se pueden definir como variaciones del sistema climático general que perduran en el tiempo. El problema es que ahora estos cambios suceden mucho más rápido: solo en el año 2016, la temperatura global aumentó 1,1 grados. Es una cifra ‘media’, que no solo provoca deshielo, aumento en el nivel del mar o sequías, sino también destrucción de ecosistemas y desequilibrios en las cosechas de las que nos alimentamos. Por eso, cumplir con el Acuerdo de París (2015) es cada vez más acuciante para que la Tierra no supere el aumento de temperatura de entre 1,5 y 2 grados respecto a los niveles preindustriales.
¿Crisis climática?
La urgencia por frenar el cambio climático ha dado lugar al término ‘crisis climática’ para referirse a la necesidad global de detener el calentamiento global y sus consecuencias en la naturaleza y el ser humano. Organizaciones medioambientales, activistas y hasta medios de comunicación ya sólo se refieren al fenómeno como crisis climática.
¿Realmente hay menos árboles en el mundo que antes?
Naciones Unidas alertaba en 2017 que la acción del hombre provoca que desaparezcan 13 millones de hectáreas de bosque al año. Según los datos de Global Forest Watch, el mundo perdió 12 millones de hectáreas de bosques tropicales y 3,6 millones de hectáreas de bosques primarios durante 2018. Ante esta pérdida de superficie verde, los grandes afectados somos nosotros y la biodiversidad global, que también se está viendo afectada.
¿Qué causa, de verdad, los incendios masivos?
Se ha dado en llamar el fenómeno slash and burn: corta, quema, cultiva y sigue cortando y quemando. La mano humana es la principal causa, no solo por provocar activamente algunos de estos incendios, sino también porque al deforestar, los ecosistemas quedan desprotegidos y son más débiles, y por tanto más propensos a sufrir incendios difíciles de controlar. Independientemente de la acción del hombre, la naturaleza ha sufrido este verano devastadores incendios en el Amazonas, en África, generalmente producidos para el cultivo, los inesperados de Alaska y Siberia, al ser áreas en las que los incendios no son muy comunes, o el de Gran Canaria en España. Ante los fuegos, sólo nos queda pedir lluvia y agua para frenarlos.
¿Se derriten los polos?
Las fluctuaciones térmicas han provocado glaciaciones y deshielos masivos también en otras épocas. La diferencia es la velocidad a la que suceden ahora. Y de nuevo, el deshielo se relaciona con el calentamiento global de forma circular: a más calor del aire y del agua, menos hielo; a menos hielo, menos energía solar reflejada y por tanto más calor. Según el informe Nonlinear rise in Greenland runoff in response to post-industrial Arctic warming en comparación con el comienzo de la era industrial (en el siglo XIX), hay un 50% más de agua de deshielo, y un 30% de este aumento se ha producido únicamente durante el siglo XX. Durante este verano, las imágenes de deshielo en Groenlandia y en el Polo Norte nos han avisado de las graves consecuencias que tendrán el aumento del agua de los océanos y de las temperaturas.
¿Una isla de plástico?
El plástico se ha convertido en una de las grandes amenazas para el futuro del planeta. La producción de plástico ha alcanzado más de 320 millones de toneladas al año y se estima que cerca de 8 millones de toneladas acaban en los mares y océanos lo que genera grandes acumulaciones de residuos plásticos y basura en las costas de todo el mundo debido a las corrientes marinas. La concienciación y la disminución en el consumo de plástico son las grandes aliadas para frenar la contaminación de los océanos y mares.
¿Cómo contribuye la contaminación al cambio climático?
Debido a las emisiones provocadas por transportes, procesos industriales, aerosoles y quema de bosques, entre otros, más del 40% de la población mundial respira aire contaminado. Según Naciones Unidas, el principal responsable son las ciudades, que consumen el 78% de la energía mundial y producen más del 60% de los gases de efecto invernadero, a pesar de abarcar solo el 2% de la superficie del planeta. Ya son muchos los gobiernos que se han puesto manos a la obra para reducir esas emisiones y cambiar los modelos energéticos, pero aún falta mucho trabajo por hacer.
¿Tiene solución?
Parece que la teoría la tenemos todos bastante clara, pero ¿la llevamos a la práctica? Como ciudadanos del mundo, y a título personal, son muchas las cosas que podemos hacer: reutilizar y reciclar para fabricar menos y producir menos desechos, movernos en transportes públicos o sostenibles, evitar el consumo indiscriminado y el desperdicio, comer alimentos de proximidad y de temporada, cuidar los ecosistemas a nuestro alrededor… Las empresas, por nuestra parte, debemos hacer también nuestras esas prácticas y contribuir al cuidado del medio ambiente y frenar la crisis climática. Por ejemplo, en AUARA ya hemos reciclado más de 8 millones de botellas de plástico RPet 100% para envasar nuestra agua, ahorrando más de 300.000 litros de petróleo que hubieran sido necesarios para producir otras nuevas