Lamatou y Karmel, dos cooperantes en Benín que ven de primera mano la importancia de los proyectos de AUARA para llevar agua allí donde más se necesita
Benín es una antigua colonia francesa del África subsahariana, independiente desde 1960. Según el African Economic Outlook de 2020, es un país subdesarrollado: su tasa de pobreza extrema del país (significa vivir con menos de dos dólares al día) es del 53,1% de la población, y más de un 20% de los niños menores de cinco años sufre desnutrición. Parte del problema, por supuesto, es la falta de recursos, otra parte las dificultades de acceso al agua, y una tercera, la educación.
La hermana Karmel, es una Terciaria Capuchina de la Sagrada Familia que realiza labores de cooperación en la localidad de Nikki (Benín). Por su profesión -es nutricionista-, ve una de las caras más duras de la situación de estas personas, con niños malnutridos y adultos que contraen enfermedades por la falta de agua y alimento o por consumirlos en mal estado. Su misión allí es tratar de cambiarlo: “Para mejorar el estado nutricional de la comunidad tenemos que empezar por los niños, pero también es fundamental sensibilizar a las madres sobre cómo cuidar y alimentar a los pequeños. Muchas veces no saben cómo hacer el cambio de alimentación desde la lactancia materna a la comida. Otras, por ejemplo, recibimos casos en los que el pecho de la madre se seca y no es consciente de que no está alimentando a su hijo. Es muy importante enseñarles, pero también que las mujeres lactantes estén a su vez bien alimentadas para que puedan producir leche”, explica la cooperante.
El agua, por supuesto, es clave para ello: “Juega un papel fundamental en la nutrición, es la base de todo. Al coger un simple fruto que coges de un árbol, hay que lavar antes de comerlo. Pero además, cuando no tienes agua no puedes cocer los alimentos, ni lavarte o limpiar los utensilios que se usan para cocinar. Todo comienza con el agua”. Así de rotunda se muestra Karmel. Y es que, los problemas de acceso al agua allí son graves, especialmente en las comunidades más alejadas de las ciudades. “A menudo cuando llegamos a los pueblos vemos que las mujeres no están, y nos cuentan que se han ido a las charcas naturales a coger agua. Se levantan a las 4 de la madrugada para hacer a pie 3 o 4 kilómetros para buscarla, pero no siempre la encuentran, o la que hay es tan sucia que no se debería beber. Pero ellos no tienen elección: es la única que tienen”, nos cuenta Mamalafia Lamatou, que trabaja como traductora de las hermanas Capuchinas desde hace 17 años. “Es verdad que se puede encontrar agua, aunque sea lejos, pero también es importante para evitar enfermedades que ese agua sea limpia”, añade Karmel.
Por esa razón ésta es una de las zonas donde, desde AUARA, ponemos el foco para realizar nuestros proyectos de colaboración. En Benín ya hemos promovido, a través de nuestro partner, la Fundación Alaine, que se dedica a la educación, la promoción de la mujer y la salud materno infantil -tres áreas directamente relacionadas con el agua- y a la colaboración sobre el terreno de la Sociedad de Misiones Africanas, a la que pertenecen las hermanas capuchinas, la instalación de varios pozos en la localidad de Nikki que dan servicio a más de 700 personas. Gracias a ellos hemos conseguido no solo cuidar la salud de las personas, sino también mejorar la alimentación y promover el desarrollo. Parte de ello es la creación de huertos que fomentan la economía local algo que, como explica la hermana capuchina, es fundamental para una buena nutrición: “En las ciudades sí hay pequeños huertos y agua para regarlos, pero aquí no. Por eso, me encanta colaborar en proyectos de huertos en los pueblos. Estos jardines familiares son muy importantes. Os animo a que sigáis trayendo agua que permite regarlos y mantenerlos. Hay que motivar a estas personas y hacerles comprender que comer vegetales les va a hacer muy bien y les va a evitar enfermedades”, nos dice.
Seguiremos haciéndolo, claro. Nuestra misión es llevar agua allí donde se necesita, y todavía nos consta que hay muchas comunidades en Benín que sufren por ello. Sabemos que no es fácil, pero con la colaboración de nuestros socios y de las cooperantes como la hermana Karmel y Lamatou se puede conseguir mucho. Desde aquí nuestro agradecimiento para ellas y para los muchos que al igual que ellas trabajan mano a mano para que los proyectos de AUARA se hagan realidad.