La importancia de la salud para reducir las desigualdades

abril 07, 2021

Niña pequeña beneficiaria de un proyecto de AUARA en Camboya bebiendo agua de un recipiente metálico

“Construir un mundo más justo y saludable” es el lema del Día Mundial de la Salud de este año, y en nuestra opinión no podría ser más acertado. La salud de los habitantes del planeta, como especie y como conjunto de seres, no es sencillamente estar libre de enfermedades, sino tener o no acceso a servicios sanitarios, a un aire o un agua libres de agentes contaminantes que nos enfermen, a una educación que nos enseñe desde pequeños el valor -físico, real y constatado científicamente- de evitar el sedentarismo y escoger alimentos saludables… Es, en fin, un derecho de todos, y no solo de quienes pueden pagar los mejores médicos y hospitales.

El ODS 3: Salud y Bienestar es, por derecho propio, uno de los principales objetivos de la Agenda 2030 y, COVID aparte, uno de los que más ha avanzado: en las últimas décadas ha aumentado la esperanza de vida media y se han reducido algunas de las principales causas de la mortalidad infantil y materna. Y hay que seguir remando para seguir avanzando y no perder lo conseguido por el retroceso sanitario mundial provocado por la pandemia. Como en la mayoría de estos objetivos, el dinero es fundamental, en este caso para garantizar un mayor saneamiento e higiene y un mayor acceso al personal médico. Y, precisamente, esa es la razón por la que, a pesar de esos avances, la mortalidad sigue siendo muy elevada en algunos lugares del planeta, como el sur de África.

En este continente, como en casi todos, hay grandes desigualdades, y si bien cuatro de cada cinco muertes de menores de cinco años se producen en el África Subsahariana y el Asia Meridional, en el norte del continente africano mueren por enfermedad menos de un 1% de los seres humanos que lo hacen en el sur. Y es que en estas regiones la salud no es cosa de broma, y el coronavirus, por mucho que haya afectado más duramente a sus poblaciones (la falta de agua para mantener una correcta higiene es una de las causas), no es la principal preocupación. Enfermedades como el dengue, la meningitis, el ébola o la hepatitis B, que apenas ocupan espacio en nuestros medios hoy día, son algunas de las causas de muerte allí. Recordemos, en esta semana de la salud, algunos de los principales problemas sanitarios de estas regiones:

  • VIH: Si bien su incidencia se ha estabilizado en general gracias a las medidas de prevención y monitorización, esta sigue siendo la principal causa de muerte entre chicos y chicas entre 10 y 19 años en África y la segunda en todo el mundo. 
  • Tuberculosis: Precisamente, la tuberculosis es la principal causa de muerte para enfermos de VIH, uno de cada tres fallecidos con sida lo hace por esta enfermedad. Es la principal causa de muerte por enfermedad infecciosa y con una prevalencia relativamente baja en los distintos países europeos, donde además existen tratamientos que permiten curarla.  No así en África, donde estos tratamientos son escasos o la enfermedad no se detecta a tiempo.
  • Malaria: Las vacunas, de relativamente reciente aparición, han mejorado el pronóstico. Se estima que entre 2000 y 2015 se evitaron más de 6,2 millones de muertes por malaria, principalmente de niños menores de cinco años en el África subsahariana y que la tasa global de incidencia de la malaria ha disminuido en un 37% y las tasas de mortalidad en un 58%. Sin embargo, continúa siendo un marcador a tener en cuenta en estos países.
  • Diarrea: Algo anecdótico para nosotros y que sin embargo llega a ser la tercera causa de muerte en muchas comunidades de África y del sudoeste asiático. Este problema está directamente ligado con nuestro caballo de batalla en AUARA: la falta de agua potable en estos lugares. Los rotavirus o bacterias presentes en estas aguas que difícilmente pasarían controles de calidad en nuestro mundo, pero que son los únicos a los que muchas veces tienen acceso, pueden llegar a provocar infecciones y la muerte por deshidratación y pérdida de sales y electrolitos.

Con todo ello, nos unimos a la OMS cuando pide “a los líderes que garanticen que todas las personas tengan unas condiciones de vida y de trabajo que favorezcan la buena salud. Al mismo tiempo, instamos a los líderes a monitorear las desigualdades en materia de salud y a garantizar que todas las personas puedan acceder a servicios de salud de calidad cuando y donde los necesiten”. 

Porque sin dinero no hay salud, pero sin salud no hay tampoco dinero ni progreso ni oportunidades de desarrollo. 




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