El desarrollo sostenible ha ido ganando notoriedad en la gestión de las empresas desde que en 1999 Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU, impulsara el Global Compact o Pacto Mundial de Naciones Unidades para promover internacionalmente 10 Principios para promover los derechos humanos, la gestión responsable de personas, el respeto medioambiental y la lucha contra la corrupción en la actividad diaria y la estrategia de negocio de las compañías.
A inicios del 2000, las primeras compañías empezaron a reportar sus impactos económicos, sociales, laborales y medioambientales a través de las primeras memorias de Sostenibilidad que han ido evolucionando hasta la fecha, en gran parte, por la regulación como es el caso de la Ley de Información no financiera, aprobada en España a finales de diciembre de 2018 y que el resto de países en la UE también han tenido que adoptar.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) estuvieron vigentes para afrontar los grandes retos de la humanidad de 2000 a 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son la nueva agenda mundial que a través de 17 ODS buscan hacer más habitable e igualitario el mundo en 2030, poniendo el foco en la lucha contra el hambre y la pobreza, la prevención de la salud, la igualdad, la lucha contra el cambio climático y las alianzas como claves para lograrlo.
Las empresas han dejado de ver la sostenibilidad como una opción para convertirse en su estrategia empresarial si quieren perdurar en el tiempo e impactar positivamente. Sin duda, la sostenibilidad ha cambiado la forma en que las empresas desempeñan su actividad, motivadas por la demanda social o de los inversores, la ética o por la oportunidad de negocio.
El desarrollo sostenible está impregnando todas las áreas de las compañías. Un informe de The Economist Intelligence Unit elaborado a partir de entrevistas a ejecutivos de grandes empresas de distintos sectores en Europa, América y Asia, revela que la sostenibilidad empresarial empieza a fijarse nuevos retos, como una gestión optimizada de la cadena de suministro que permita reducir las emisiones de carbono a la atmósfera.
Según la consultora McKinsey, actualmente más del 90% del impacto medioambiental de las empresas se concentra en sus cadenas de suministro: para una empresa de retail puede suponer hasta 11 veces su propio impacto, mientras que para una de bebidas puede llegar a representar 24 veces más.
El cuidado del medio ambiente es una responsabilidad de todos, y una de las medidas más urgentes para tratar de frenar el cambio climático es, precisamente, la reducción de las emisiones de CO2. Por ello, muchas compañías han comenzado a presionar a sus partners y proveedores de la cadena de suministro para exigirles que el proceso sea, en conjunto, más sostenible.
Aunque esta tendencia se encuentra aún en en un estadio inicial, el informe de The Economist arroja conclusiones muy reveladoras:
En definitiva, la sostenibilidad en el entorno empresarial consiste en la capacidad de hacer negocio sin causar un daño económico, social o medioambiental al planeta. Cada vez más, la viabilidad económica a largo plazo de una compañía está asociada a este tipo de prácticas, pues los consumidores les exigen no sólo calidad, sino también ética y responsabilidad, y cada vez más estos valores están presentes en sus decisiones de compra o contratación.
En AUARA procuramos llevar a cabo una estrategia empresarial alineada con nuestro código ético. Por ello, fomentamos la producción de cercanía y elaboramos nuestras botellas con plástico R-PET 100% reciclado, con el fin de reducir nuestro impacto ambiental. Asimismo, hemos apostado por optimizar la distribución de nuestras botellas gracias a un acuerdo con Grupo Pascual, que nos permite llegar a los lugares a los que llegan con sus productos sin duplicar el servicio de transporte, con el correspondiente ahorro de combustible y de emisiones de CO2 a la atmósfera.