El planeta, y con él la humanidad, se enfrenta cada día a numerosas amenazas. Algunas ‘pequeñas’, como una guerra en una zona perdida de un país subdesarrollado, otras enormes como el cambio climático o las muertes por desnutrición. Cada una de ellas, y todas en conjunto, suponen unos peligros potenciales para todos. Desde hace más de 15 años, el Foro Económico Mundial (WEF) presenta cada mes de enero su Informe de Riesgos Globales anual, que nos advierte de esos peligros y de la importancia de adelantarnos a ellos para evitar males mayores.
La crisis del agua, como no podía ser de otro modo, ha ocupado un puesto preponderante en esta lista: la falta de la misma, el difícil acceso a ella o su calidad e higiene para usos humanos. Pero, si en 2015 se encontraba en el primer puesto de las amenazas para los siguientes lustros, en 2021 vemos que no aparece como tal y que su importancia (o más bien su nivel de amenaza) ha sido desplazado por otras como las enfermedades infecciosas, el fallo de las acciones contra el cambio climático, las armas de destrucción masiva, la pérdida de la biodiversidad, la crisis de los recursos naturales, el daño al medio ambiente provocado por el hombre o las crisis humanitarias, por este orden de importancia.
Desde AUARA, por nuestra trayectoria como empresa y por nuestra labor social en terreno junto a nuestros aliados, somos muy conscientes de que este problema no solo no ha desaparecido, sino que en muchos lugares, incluso, ha empeorado. En la actualidad, hay 2.200 millones de personas sin acceso al agua potable y 4.200 millones que carecen de sistemas de saneamiento seguro con lo que supone por deshidratación severa o por las enfermedades asociadas a la falta de higiene. Y el riesgo no está solo en las comunidades que lo sufren hoy, sino en las que pueden padecerlo también mañana, a causa de la desertificación de muchas zonas o los fenómenos meteorológicos extremos que tan pronto traen nieve o fuertes lluvias que arrasan campos como largas sequías.
Los responsables del informe aclaran, eso sí, que los nombres y definiciones de los distintos riesgos han sido revisados y reorganizados para reflejar mejor la realidad actual y los potenciales problemas que pueden causar. Así, la crisis de alimentación y crisis del agua han sido denominadas como ‘crisis de recursos naturales’ y el cambio climático viene a ser ese ‘daño medioambiental’.
En cualquier caso, el WEF considera que hay problemas más urgentes. Está claro que la pandemia del COVID-19 (de ahí que el principal riesgo en 2021 sean las enfermedades infecciosas) ha supuesto un gran varapalo para la vida humana tal como la conocíamos, y no solo por sus repercusiones sanitarias, sino también por el frenazo que ha provocado sobre años de avances en la reducción de la pobreza y las desigualdades, así como en la cooperación internacional. Según este informe del WEF, la crisis traerá (ya se está viendo) una gran pérdida de empleos, una división digital cada vez mayor, interacciones sociales interrumpidas y abruptos cambios en los mercados que, sin duda nos llevarán a terribles consecuencias y oportunidades perdidas para buena parte de la población mundial.
Lo más urgente, también lo apuntan, es lo que sucederá en los próximos dos años si no nos concienciamos y ponemos remedio: inestabilidad social, fragmentación política, tensiones geopolíticas… Todo ello posiblemente influirá en la respuesta que, como comunidad, podamos dar a esas otras amenazas importantes de la próxima década que mencionábamos arriba y entre las que se encuentra la falta o destrucción de los recursos naturales como el agua.
En AUARA seguiremos trabajando para intentar paliar, desde nuestra modesta posición, algunos de estos riesgos que son, en definitiva, de todos. Y recordemos que ya en 2006 el Global Risk Report llamaba la atención sobre los riesgos relacionados con la salud y posibles pandemias: “Una gripe letal, su expansión facilitada por los patrones de viajes globales y no contenida debido a mecanismos de alerta insuficientes, sería una amenaza real”. Unos pocos años después vemos que así ha sido. No cerremos los ojos a la realidad y pongamos remedio antes de que sea demasiado tarde ante el problema del acceso al agua potable.