Las enfermedades de la desigualdad, los efectos de la falta de vacunación

julio 21, 2020

Proyectos de AUARA en Camboya, hospital de Battambang

El mundo entero está pendiente de las distintas investigaciones y proyectos que hay actualmente en marcha para conseguir una vacuna viable frente a la COVID-19. Y mientras en Europa las dudas se centran en cuál será el primer país en lograrlo y en cómo se distribuirá entre la población una vez probada y fabricada de forma masiva, en otros lugares del mundo, como en África, tienen otras preocupaciones mucho más básicas. Para ellos la pandemia supone una enfermedad más a la que enfrentarse sin medios ni herramientas, y a pesar de todo, tal vez ni siquiera sea la más importante. 

Se trata de una población ya de por sí desfavorecida en términos de salud, por las razones obvias de falta de agua (y por tanto de una hidratación y una higiene correctas) y de recursos. En el mundo occidental somos conscientes del problema, pero todavía no se ve a estas poblaciones como una prioridad en la lucha por el control y la contención del virus. 

Incluso -afortunadamente un caso aislado- unos investigadores franceses han llegado a sugerir que tal vez la vacuna contra la COVID-19 debería, precisamente, probarse en África, donde no hay mascarillas ni tratamiento ni reanimación. Desde luego esto no sería ni ético ni humano, y así lo ha expresado contundentemente el director de la OMS, el doctor etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus: “África no puede ser y no será un terreno de pruebas para ninguna vacuna", ha afirmado.

Pero sí que necesitan muchas, muchas vacunas y medicamentos para tratar enfermedades que en nuestro mundo desarrollado están, o bien prácticamente erradicadas, o cuentan con tratamientos accesibles, o su incidencia es muy baja, pero que sin embargo en África siguen causando estragos y más miedo que el coronavirus:

  • Sarampión: Recientemente, solo en la República Democrática del Congo se han registrado más de 6.000 muertos por una epidemia de sarampión. ¿Las causas? Malnutrición, carencias en los servicios sanitarios y, sobre todo, la baja cobertura de vacunación. La incidencia de este virus también ha aumentado en otros países, aunque la tasa de fallecimientos en zonas como Europa, con altos índices de vacunación, es más baja (más de 850.000 contagiados y 200 muertes según cifras de 2018). La vacunación masiva podría salvar miles de vidas cada año.
  • Polio: Aunque esta enfermedad que afecta sobre todo a niños y que puede  provocar parálisis parecía totalmente erradicada, en 2018 se registraron más de 30 casos, parte de ellos en Nigeria, Chad y Costa de Marfil (también en Pakistán y Afganistán, donde son bastante reacios a la vacunación). Parecen pocos, pero la OMS sigue preocupada por su posible expansión, pues un solo niño infectado puede llegar a producir hasta 200.000 nuevos casos anuales en todo el mundo.
  • Malaria o paludismo: Es la más frecuente en las zonas más desfavorecidas, se transmite por la picadura del mosquito anófeles y se da en zonas cálidas y húmedas, sobre todo en África (con más del 90% de los casos). Aunque puede ser mortal, con los recursos adecuados es fácilmente prevenible (con mosquiteros tratados con insecticidas y fumigación con insecticidas de acción residual) y curable: hay vacunas cuyo uso recomienda la OMS, pero no siempre consiguen llegar a toda la población que las necesita.
  • Ébola: Se dio a conocer en África occidental en 2014 con un brote de gran virulencia, y desde entonces su actualidad ha caído, pero no ha desaparecido. A pesar de que actualmente los casos confirmados de esta mortífera enfermedad son pocos y controlados, la OMS no descarta un alto riesgo a nivel regional en muchas zonas de África como la República Democrática del Congo. En febrero de este año Congo, Burundi, Ghana y Zambia autorizaban el uso de una vacuna contra el ébola cuando esté disponible. Se trata de un hito en la historia médica, al haber sido acelerada por la OMS en el proceso de precalificación más rápido realizado hasta la fecha. 

Hay muchas más, como la enfermedad de Chagas, la esquistosomiasis o la tripanosomiasis africana (o enfermedad del sueño), entre otras. La falta de diagnóstico o de recursos para tratarlas suele ser el principal problema, ya que casi siempre tienen tratamiento. 

Bebé de uno de los proyectos de AUARA en Camboya

Proyecto: Tanques Hospital de maternidad en Roká . Camboya. 2019. Socio SAUCE ONG. Fotografía: Ana Encabo

La naturaleza nos está mostrando que siempre habrá nuevas cepas, virus o bacterias de los que preocuparse, así que seamos solidarios y colaboremos para tratar de que en todas partes del mundo puedan tener derecho al menos olvidar aquellas que podrían estar erradicadas. Seguir impulsando campañas de información y recogida de fondos internacionales para dotar a estas comunidades de recursos sanitarios es la clave.