Cada vez hay más tipos de familias diferentes, respetados y reconocidos por la sociedad: con hijos o sin hijos, monoparentales, homoparentales (de dos progenitores del mismo sexo), de padre separados, reconstituidas o compuestas (con hijos de parejas anteriores), multirraciales, multiculturales… En la propia definición de familia está implícita la variedad de sus integrantes, que con frecuencia conviven en diversidad de estilos, opiniones y prioridades.
En cualquiera de los casos, la familia es considera en todo el mundo la unidad básica de la sociedad. Y lo es, entre otras cosas, porque juega un papel fundamental en la educación y el desarrollo de sus miembros, sea cual sea su género y edad; en protegerles y prepararles para ser ciudadanos responsables.
Para recordarnos su importancia, desde 1993, cada 15 de mayo se celebra el Día Internacional de las Familias. Este año Naciones Unidas ha decidido centrar esta conmemoración en el papel de la familia en relación a la acción por el clima recogida en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 13. Concretamente, en los retos de mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional para la mitigación del cambio climático, la adaptación, la reducción del impacto y la alerta temprana (ODS 13.3) e integrar las medidas del cambio climático en las políticas, estrategias y planificación de ámbito nacional (ODS 13.2).
Porque generalmente es dentro de la familia donde forjamos nuestros valores, unos valores que nos marcarán y guiarán nuestros pasos durante toda nuestra vida, influyendo en nuestras decisiones, en los que nos rodean, en la sociedad y en el planeta. Porque su misión es educar hoy a los individuos que harán de éste un planeta mejor mañana.
Pero no debemos olvidar que las diferencias sociales, económicas y demográficas que se dan en los distintos entornos (y países) hacen que no siempre el bienestar y la dignidad de sus miembros esté asegurada. No podemos educar en igualdad si tenemos hambre y sed, y según el informe de Naciones Unidas para la Implementación de los Objetivos del Año Internacional de la Familia, las familias con niños pequeños son las más vulnerables a situaciones de pobreza: más del 20% de los niños menores de 5 años en países en desarrollo vive en hogares con pobreza extrema (en total, 385 millones de niños viven con menos de 1,90 dólares al día).
El informe también habla de otros temas que conciernen al buen desarrollo de las familias, como conciliación, equiparación de salarios entre hombres y mujeres, horarios de trabajo adecuados y flexibles, inclusión social, migración y problemas sociales derivados del cuidado de menores en otros países.
Para invitar a los estados miembros a desarrollar políticas y programas orientados a la familia, Naciones Unidas ha designado este 2019 como Año Internacional de las Familias. Y es que el dinero aquí no es lo más importante. Mucho más lo son el acceso a unos servicios sociales básicos, como el agua, la alimentación, la higiene, la sanidad y la educación, y a oportunidades laborales justas y equitativas, en un entorno saludable y pacífico. Y en todo ello los gobiernos tienen mucho que aportar.
Las políticas familiares dirigidas a áreas críticas de desarrollo pueden contribuir a la consecución de los objetivos del Año Internacional de la Familia y de los ODS relacionados con pobreza, hambre, salud, educación e igualdad de género.
En AUARA somos conscientes de que las necesidades básicas apremian. Siempre. Y por eso trabajamos durante todo el año para contribuir a cubrirlas en países en desarrollo, abriendo con ello la puerta a la educación, a la igualdad y al futuro de todas las familias del mundo.