Este último mes nos estamos dando cuenta, más que nunca y de forma global, de lo importante que es la salud. Cada 7 de abril se celebra, también globalmente, el Día Mundial de la Salud, y en esta ocasión ha estado dedicado a todo el personal de enfermería, que en las últimas semanas se han convertido en protagonista indiscutible de la actualidad, por estar en primera línea de la batalla contra el COVID-19.
La salud es algo básico. Cada día nos vemos sometidos a pequeñas (o grandes) amenazas que atentan contra ella. Algunos tenemos un sistema inmunitario más fuerte, o unos huesos más resistentes, o tenemos la suerte de contar con un sistema sanitario más avanzado, otros no. Y este 2020 ha resultado que la pandemia está afectando a la población mundial de un modo que nunca habíamos visto.
Lo estamos sufriendo todos, en nuestras ciudades, en nuestros barrios, en nuestras casas, y es terrible. Pero no podemos dejar de pensar también en los millones de personas que, en otros lugares del planeta, lo están pasando aún peor. Al fin y al cabo, lo que para nosotros es una situación temporal (más o menos larga), para muchos es su día a día; como en muchos países de África donde a diario faltan alimentos, sufren problemas de salud (éste es uno más) y no tienen medios para una higiene adecuada.
En AUARA tenemos una relación muy especial con este continente y nos consta, por lo que nos cuentan nuestros socios y colaboradores locales, que la situación ya es crítica. ¿Cómo no iba a serlo si, además de los problemas que acarrea la propia enfermedad, ellos se enfrentan también a la falta de agua y saneamiento, a la falta de comida y de medicinas básicas, a la imposibilidad de mantener un aislamiento profiláctico efectivo?
La cifra de contagiados allí es difícil de calcular, una buena parte de la población ni siquiera está censada en muchos países, y las tasas de contagio y fallecimientos que reportan son bastante bajas (de momento) en comparación a las padecidas en otras partes del mundo: unos 10.000 casos y alrededor de 500 víctimas mortales en 51 países.
Algunos ya han cerrado sus fronteras, declarado el estado de emergencia, o establecido diversas medidas de confinamiento, como Senegal, Níger, Kenia o Zimbabwe. Allí también, la OMS insta a la población a extremar las medidas de higiene y de aislamiento social. Pero, ¿cómo confinar a decenas de miles de personas que viven al día, tienen que caminar cientos de metros para conseguir agua o apenas tienen para comer, sin que ello degenere en rechazo y disturbios que empeoren aún más la situación?
Porque como ya estamos viendo (también aquí), en muchas ocasiones lo más preocupante no es el coronavirus, sino todas las circunstancias derivadas del aislamiento, que provocan incluso más muertes. En este caso, el verdadero problema es el hundimiento, sin posibilidad de recuperación (o esperemos que no), de la economía de estos países, ya de por sí precaria.
La Unión Africana ya ha calculado que en todo el continente pueden llegar a perderse 20 millones de empleos, además de las pérdidas irrecuperables en exportaciones e importaciones. Según el Human Develpoment Index, los diez países más pobres del mundo (sin infraestructuras suficientes para alimentar, cuidar, educar y dar oportunidades laborales a una gran parte de su población) están en África, y es posible que sean más cuando pase esta crisis.
También fuera de este continente, en India, ya está muriendo más gente de hambre por falta de suministros y por el aislamiento forzoso que por la propia enfermedad, y algunos de nuestros colaboradores en diferentes países de Latinoamérica nos cuentan que ya empiezan a notar la escasez de comida (más de la habitual, pues es un problema frecuente en muchas zonas).
Todos los días del año deberíamos conmemorar la importancia de la salud, y recordar que millones de personas en el mundo no tienen el privilegio de gozar de ella. Porque, coronavirus aparte, en muchos países la salud es un verdadero un privilegio, los cuidados médicos y las medicinas, un lujo, y enfermedades para nosotros inocuas, allí pueden ser tragedia.
Hoy, nuestro aplauso en AUARA va por todos esos profesionales sanitarios que viajan hasta esos lugares y dedican todos sus esfuerzos a cuidar de sus gentes y a tratar de hacer su situación un poco menos dura.