Si lo pensamos bien, el reciclaje es bastante evidente, algo que la Naturaleza ha estado haciendo millones de años (los desechos de unos seres son el alimento de otros) y que nos han enseñado todas las civilizaciones anteriores a la nuestra. Hoy, sin embargo, la producción y el consumo son tan enormes y tan rápidos que, no solo envases y envoltorios, sino cientos de miles de objetos y enseres -a cual más contaminante- se amontonan en vertederos y en océanos. La basura es un problema. La economía circular, una obligación.
Si nos centramos en el plástico, considerado la gran bestia negra de la contaminación, según datos de la OCDE su producción se ha multiplicado por cuatro en los últimos 30 años (miremos cada uno a nuestra propia historia de consumo desaforado y hagamos cálculos). Los residuos, por tanto, también.
El problema, además de esa producción excesiva, sería la falta de reciclado. Si bien según algunas fuentes España estaría en línea (incluso por encima) con el objetivo de la UE de tener un 50% de tasa de reciclado en 2025, otros estudios independientes como la investigación de Elisava Research, afirman que apenas llegaríamos al 30% de los plásticos el PET y HDPE, ¡y apenas al 3% de los films! Son estos últimos, precisamente, los que más contaminan y menos llegan a la planta de reciclaje. Y aun allí, los que más difícilmente entran en el proceso (influye tanto el compuesto en sí, como su limpieza o contaminación con otros productos).
Pero, siendo justos, lo cierto es que el plástico es uno de los materiales más eficientes por sus características de reciclabilidad, higiene o ligereza, entre otros. Comparado con otro tipo de envases, como el vidrio, podemos ver que en su fabricación, para empezar, provoca un 84% más de huella de carbono que el R-PET (para la elaboración del vidrio se necesitan temperaturas mucho más altas y, por tanto, se consume mucha más). Además, al ser mucho más ligero, se consigue reducir, también, la cantidad de emisiones de CO2 en los transportes. El plástico reciclado, por su parte, conserva intactas las propiedades del material en su origen, no contamina y ahorra petróleo. Y es que, debidamente recogido y tratado, el plástico puede tener una segunda vida, ¡y hasta veinte!, en un ciclo bastante duradero y eficiente de uso que puede transformar una botella en otras botellas, como hacemos en AUARA y, sucesivamente, pasar a envases no alimentarios, a materiales de construcción o incluso a ropa y mobiliario.
Pie de foto: Comparativa de la huella de carbono de distintos tipos de envases
En AUARA hemos apostado por el R-PET (plástico 100% reciclado y 100% reciclable) para nuestras botellas desde el primer día. Este material nos permite reducir la huella de CO2 desde fabricación hasta la entrega con respecto al *PET estándar (-16%) y durante el proceso de fabricación respecto al **vidrio (-84%). Además, al contrario que los envases multicapa con cartón, aluminio y plástico, se puede volver a reciclar y convertir en nuevas botellas. Gracias a ello, hasta la fecha hemos ahorrado al planeta más de 800.000 litros de petróleo, y hemos reciclado el equivalente a 19 millones de botellas. Si una pequeña empresa social como nosotros puede lograr esto, ¿cuánto más no conseguiríamos si nos unimos a esta causa desde todos los países y desde todos los sectores?
Hay que trabajar, por tanto, en la concienciación de los usuarios y, también, en la de las empresas quienes, por su volumen, pueden marcar una diferencia mayor. Este es, precisamente, el espíritu de nuestra iniciativa CIRCUS by AUARA. Circus es una alternativa al sistema actual de reciclaje de botellas de plástico PET que ya utilizan algunos de nuestros clientes corporativos, como Deutsche Bank, donde se ha conseguido aumentar el porcentaje de reciclaje de plástico hasta un 90%. Las botellas de AUARA que se consumen en estas empresas son recogidas directamente por nosotros y convertidas en su totalidad en nuevas botellas. Solo en 2022, ya hemos recogido y dado una segunda vida a más de 250.000 botellas AUARA de nuestros clientes corporativos, reciclando y reutilizando 7.600 kg de residuos.
Estamos convencidos de que una economía circular real y trazada es posible, y con este proyecto pretendemos demostrarlo y ayudar además a nuestros partners a ‘entrar en el círculo’ del reciclaje.
Pie de foto: El portal: Instalación artística y social realizada por Estudio DIIR + Manuel Bouzas y AUARA en el mercado tradicional de barrio Vallehermoso realizada con 3.500 botellas de AUARA. Proyecto ganador del IV Premio BASF de Economía Circular.