Un año más, y ya van ocho, celebramos el aniversario de la creación de los ODS. Es una fecha para celebrar, aunque no se hayan completado y, en algunos, no haya perspectivas de lograrlos, aunque en muchos lugares del mundo aún ni se los planteen, falten políticas, recursos y compromisos para alcanzarlos, pero el mero hecho de que existan es un paso de gigante para tratar de hacer del mundo un lugar un poco mejor con los 17 desafíos globales que tenemos como humanidad. Desde AUARA, como conocéis, nuestra misión y nuestro corazón están, sobre todo, con el ODS6, Agua y Saneamiento, pero en nuestro camino no nos olvidamos del resto.
En este octavo aniversario del inicio de la Agenda 2030 hemos querido, modestamente, compartir cómo vinculamos nuestra actividad con gran parte de estos objetivos de la Agenda 2030 con la idea de que pueda servir de inspiración a otras empresas sociales, empresas u organizaciones para alinearse con los ODS.
La falta de acceso a agua potable es la pobreza más grande que existe porque sin agua no hay desarrollo posible. La ONU reconoció en 2010 que el acceso al agua potable y saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos y desde AUARA tratamos de contribuir con los 150 proyectos de acceso a agua que hemos realizado en 22 países desde nuestra fundación en 2016.
En el mundo hay 690 millones de personas que pasan hambre y una de cada tres que no tiene acceso a agua potable salubre. Según Naciones Unidas, la lucha contra la pobreza y el hambre no se podrá cumplir sin que el agua entre en la ecuación del desarrollo sostenible. El agua es el recurso natural que da sentido a la propiedad y al control de las tierras evitando, entre otros problemas, la emigración a ciudades que no hace en ocasiones más que trasladar de sitio el problema del hambre y la pobreza. Por otro lado, la falta de agua en los cultivos es la principal causa de hambrunas en lugares en los que se practica una agricultura de subsistencia y cuando hay sequía tener acceso a agua para cultivar es un seguro de vida. En AUARA tratamos de fomentar la autosuficiencia alimentaria y la mejora de la nutrición con los proyectos que desarrollamos.
El acceso a agua potable es el primer paso para asegurar la salud de las personas y contribuye a la disminución de las enfermedades generadas por el agua como cólera, fiebre tifoidea, meningitis, hepatitis o diarrea. A través de los proyectos que hemos desarrollado en estos años hemos permitido que 102.738 personas tengan acceso a agua potable y saneamiento, lo que permite reducir hasta en un 80% las enfermedades con un impacto inmediato en la tasa de mortalidad infantil.
Cuando en una zona o poblado no hay acceso a agua, las madres y las niñas son las que tienen que recorrer varios kilómetros cada día para rellenar sus bidones en el río más cercano y llevarlos de vuelta a casa para el abastecimiento de la familia, lo que les impide asistir a la escuela y adquirir una formación que les permita mirar al futuro con esperanza. Tener acceso a agua permite que las niñas puedan estudiar y, por tanto, más oportunidades de futuro para ellas.
Cuando se trata de ir a por agua, el género masculino no existe y las mujeres y las niñas son las responsables de ir a buscarla. Se estima que pueden emplear hasta 200 millones de horas al día en ir a por agua y la liberación de tiempo disponible ofrece un mayor tiempo de dedicación a los hijos, la posibilidad de ir a la escuela, la participación en nuevas actividades de la comunidad, la adquisición de habilidades sociales y, en definitiva, la promoción de la igualdad de derechos. Los proyectos de AUARA llevan el agua cerca, devolviéndoles todo ese tiempo.
De lo que nos podemos sentir más orgullosos en AUARA es de haber facilitado el acceso a agua potable y saneamiento a 102.738 personas desde nuestro lanzamiento en 2016. Nuestro compromiso fundacional con el ODS 6 tuvo su recompensa, sin buscarla, al ser galardonados en la primera edición de los Reconocimientos go!ODS (octubre 2018), impulsados por la Red Española de Pacto Mundial y la Fundación Rafael del Pino.
El agua es prosperidad. En el campo genera mayor rendimiento de los cultivos y su dotación a nivel de infraestructuras genera mejor calidad de vida en las viviendas, posibilidad de trabajo y desarrollo comunitario.
Como elemento básico para el desarrollo, el agua es el recurso desde el que se empiezan a reducir las desigualdades. Desde nuestro lanzamiento, en septiembre de 2016, hemos puesto en marcha 150 proyectos en poblaciones en situación de pobreza extrema, pertenecientes a 22 países de África, Asia y América Central.
El acceso a un saneamiento seguro incide directamente en la salud y mejora de las condiciones de vida. Se estima unos 3.600 millones de personas en todo el mundo carecen de un saneamiento seguro, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde AUARA contribuimos a reducir esa cifra gracias a nuestros proyectos.
La venta de botellas de agua es el vehículo que tenemos para poder llevar este recurso a personas que no la tienen. Cuando pusimos en marcha AUARA, después de analizar las diferentes opciones para comercializar agua, nos dimos cuenta que envasar el agua en material RPET 100% reciclado y 100% reciclable era la opción que menos impacto medioambiental tendría, convirtiéndonos en la primera empresa europea en apostar por este material. Desde entonces hemos reciclado más de 607.060 kilos de plástico, que se han traducido en el ahorro de más de 1.012.094 litros de petróleo.
Estamos comprometidos con minimizar el impacto ambiental de nuestro producto promoviendo envases más eficientes (RPET 100% reciclado y reciclable), botellas con un diseño que permite el transporte de un 20% más en cada palet o una flota comercial de vehículos híbridos. Apostamos por la economía circular para minimizar nuestro impacto medioambiental. A lo largo de nuestra trayectoria ya hemos reciclado el equivalente a 26,9 millones de botellas recicladas.
Nos nutrimos de agua dulce y no salada, pero sabemos que la sostenibilidad de los océanos y recursos marinos es fundamental para nuestra supervivencia y el cuidado de la biodiversidad. Por eso apostamos por no generar más plástico sino usar el que ya existe para evitar la llegada de esos residuos al mar.
La disponibilidad de agua promueve la sostenibilidad de las comunidades y su desarrollo, disminuye la degradación y desertificación de las tierras y, por tanto, contribuye a la conservación del ecosistema.
Las guerras por el agua no son algo nuevo y, en muchas ocasiones, el trasfondo de algunos conflictos se salda con la destrucción de fuentes de agua o con privar a la población civil del acceso. En nuestra labor en comunidades desfavorecidas a veces nos encontramos con este tipo de situaciones. La aportación de agua a las comunidades facilita la creación de instituciones eficaces, responsables e inclusivas.
El 17 es el ODS estrella. Sin él, el resto parecen incompletos. Sin darnos cuenta, hemos visto que este ODS da sentido a todo nuestro propósito, llevar agua a países que carecen de este recurso. Y lo hemos hecho posible gracias a la colaboración de las entidades no lucrativas y de las empresas, porque de otro modo no podríamos tener impacto social.