La labor de una ONG en tiempos de COVID-19

junio 17, 2020

La labor de una ONG en tiempos de COVID-19

Ya hemos hablado aquí de la situación de la pandemia en África y cómo en este continente con altos niveles de pobreza, unos sistemas sanitarios precarios y una falta de agua que en algunas comunidades es realmente grave, la incertidumbre sobre la recuperación económica y la cooperación internacional es mucho mayor.

Algunos de nuestros proyectos en curso ya se han visto afectados por las medidas administrativas de confinamiento o cierre de fronteras, o directamente por la falta de personal, que no pueden trabajar o desplazarse. 

Para conocer de primera mano la situación hemos hablado con José Andrés Luque, experto en Infraestructuras de la Unión Europea y Site Manager de la Central Hidroeléctrica de Luviro. Él es el responsable del proyecto que desde AUARA estamos llevando a cabo en colaboración con la ONG ALBOAN en la República Democrática del Congo (concretamente en las inmediaciones del parque de refugiados Kibumba, en la zona del Parque Nacional de Virunga).

Como todos nuestros proyectos, consiste en llevar agua a aquellos que más lo necesitan debido a la escasez de lluvias, las sequías o, como en este caso, la falta total de infraestructuras. Aquí trabajamos en una solución que permite recuperar el agua estancada en un antiguo cráter y su posterior almacenaje en un depósito exterior de 20.000 litros, con el que se podrá mejorar el acceso al agua potable de 2.500 personas. 

Tanto nosotros como nuestra contraparte en el terreno seguimos adelante, pero como nos cuenta Luque, tal vez haya que esperar a que la situación se estabilice:

¿Cuál es la situación actual del país en relación con el COVID-19?

Hay mucha incertidumbre respecto a la evolución de la crisis sanitaria en el país debido a la falta de datos oficiales. Las fronteras están cerradas desde el 20 de marzo y además algunas regiones han exigido el confinamiento de su población, como es el caso de Goma y Rutshuru, donde se encuentra el proyecto de AUARA. 

 ¿Cómo lo está viviendo el personal de la organización? 

La mayoría del personal está en sus casas acompañando a sus familias en estos duros momentos. Solo las actividades relacionadas con la seguridad y la protección del Parque siguen su curso, y esto implica sobre todo el trabajo de los ecoguardas que velan por la conservación de la biodiversidad. 

¿Qué riesgos pueden suponer para estas comunidades las medidas preventivas adoptadas y cómo puede afectar esta situación al futuro de estas comunidades si se alarga en el tiempo? 

Ya se está percibiendo en la región un aumento de los precios de la cesta básica de la compra, que se puede cifrar en torno a un 30% de media, según los expertos de Kivu Security, que han analizado la situación. 

¿Estáis notando ya la paralización de las ayudas y subvenciones internacionales? ¿Qué puede suponer para vosotros como organización y para las comunidades con las que trabajáis no contar con estos fondos?  

La incertidumbre es la tónica general, muchos programas de cooperación están sufriendo ya recortes en presupuestos. A día de hoy el Parque Nacional de Virunga no es financieramente autónomo y mantiene su funcionamiento gracias a los fondos de organizaciones internacionales como la Unión Europea, el Banco Mundial o USAID. Estos fondos están garantizados para los proyectos en curso, pero en el futuro cercano esta continuidad no está asegurada. Prueba de ello es el fondo de urgencia lanzado por el actor estadounidense Leonardo DiCaprio en colaboración con la Unión Europea, que tiene por objetivo recaudar 2 millones de euros.

Es muy probable que este verano no se pueda viajar a estos países para realizar acciones de voluntariado. ¿Cómo puede impactar esto en vuestros proyectos solidarios? 

Hasta el momento no tenemos fecha de vuelta sobre el terreno. 

Prácticamente en todos los proyectos en los que cooperamos, el trabajo de la comunidad local es clave, no solo en la construcción de las infraestructuras, sino que también se busca su implicación y formación para garantizar el mantenimiento posterior de las instalaciones. Este planteamiento está muy en línea con la visión de ALBOAN, con quien llevamos tiempo colaborando en distintos países de África, donde llevan a cabo proyectos de educación, desarrollo económico, atención a refugiados, protección humanitaria… 

Con ellos estamos trabajando también en otro proyecto en los municipios de Bongor y Gounou-Gaya, en el suroeste del Chad, con el que conseguiremos llevar agua potable a 5.013  personas de la zona. Esperamos poder retomar pronto las actividades, con seguridad para todos nuestros colaboradores. Juntos somos, sin duda, más fuertes.




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