Haití suena a Caribe, pero también a catástrofe, pues es debido a ellas (y prácticamente solo a ellas) por lo que hemos tenido noticias de este país durante la última década. En 2010 el terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter (junto a sus decenas de réplicas) dejó más de 300.000 muertos y una enorme cantidad de heridos, viviendas destruidas o inhabitables y ciudades totalmente destrozadas y pobreza. O el huracán Mattew, que en 2016 se llevó con sus vientos lo poco que se había levantado y reconstruido durante los años anteriores.
Por todo ello, pero también desde mucho antes, Haití está considerado como uno de los países más pobres del mundo, concretamente situado en el puesto 170 de los 189 países incluidos en el Índice de Desarrollo Humano que tiene en cuenta parámetros como la esperanza de vida, los años de escolarización o la renta per cápita (para que nos hagamos una idea, España ocupa el puesto 25 de este ránking). ¿Cuáles son las causas? La corrupción y la pobreza endémica, pero también su geografía y meteorología, que dificultan el desarrollo económico y social de sus habitantes.
Este país es una república de Las Antillas. Con unos 30.000 km2 de extensión, su territorio principal está situado en la parte más occidental de la isla La Española, e incluye además las islas de La Gonaive y La Tortuga, junto con otras más pequeñas. Es de origen volcánico y se encuentra situada al borde de las placas del Caribe y Norteamericana, por lo que los terremotos son comunes, y también los huracanes que azotan esta zona desde el Atlántico y encuentran aquí una zona de paso.
Su clima es tropical húmedo, con grandes precipitaciones en unas zonas y muy pocas en otras, y su dureza se ve agravada por el empobrecimiento y la sobreexplotación del suelo. Una gran mayoría de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y dos tercios de ella dependen de explotaciones agrarias y de pesca de subsistencia, lo que no ayuda a la regeneración del hábitat. La deforestación, que ha reducido la superficie arbolada del país del 60% a menos del 2% en apenas 100 años, es otro grave problema que contribuye a la degradación del clima.
Tanques de agua
En AUARA somos conscientes de que es una comunidad con muchas necesidades y el agua, a pesar de encontrarse rodeados de ella, es una de las más importantes en alguna de sus regiones, ya que los ríos y embalses de agua dulce son escasos y en ocasiones de difícil acceso para una población que sufre de enfermedades relacionadas con la insalubridad y la falta de higiene.
Esto es lo que sucede, precisamente, en Tortuga, una de sus islas que dispone de pocos acuíferos y los que hay están alejados de los puntos de consumo, además de que la estación seca dura unos nueve meses. La escasez en esta zona se agrava por el hecho de que la población se encuentra muy disgregada y no existe una red de distribución de agua potable apropiada.
Por eso hace unos años pusimos nuestra mirada en esta zona y trabajamos en un proyecto junto con Manos Unidas para la construcción de 20 cisternas para recolectar agua de lluvia en la estación húmeda, cada una de ellas con una capacidad de 6.500 litros, que han supuesto el acceso a agua para muchas familias, disminuyendo así la tasa de enfermedades ligadas a la falta de agua, como el cólera, y la mejora del acceso en general al agua potable en toda la isla.
Esperamos seguir llevando agua allí donde más se necesita, con pandemia, temporales o sequías. Y también concienciando aquí y allí, sobre la importancia que tiene para garantizar las oportunidades de desarrollo de países deprimidos como Haití.