No te preguntes qué puede hacer el mundo por ti, sino qué puedes hacer tú por el mundo. Este mantra, lejos de ser una frase hecha, es lo que sienten y practican los más de 860 millones de voluntarios que según Naciones Unidas hay en todo el mundo. Más o menos el 14,3% de la población mundial participa o ha participado en algún momento de su vida en alguna actividad de voluntariado de manera informal, y el 6,5% lo hace regularmente a través de una organización o asociación, que puede ser una ONG o también la empresa donde trabaja.
Esta última opción, el llamado voluntariado corporativo, es una práctica cada vez más común entre las empresas de todo el mundo, que integran algunas de estas actividades de colaboración en sus estrategias y en sus planes de Responsabilidad Social Corporativa o Sostenibilidad, porque están comprometidas y porque es lo justo.
Y es que el voluntariado corporativo además de contribuir al compromiso social de las empresas, genera un impacto verdaderamente positivo en el equipo. Muchos trabajadores tienen esa inquietud pero no saben cómo canalizarla o encontrar el tiempo para dedicar, y el hecho de que sea su empresa quien no solo se lo permita, sino que les respalde y se lo facilite tiene una dimensión aún mayor, ya que incrementa el orgullo de pertenencia y la implicación. Al mismo tiempo, tienen la oportunidad de desarrollar sus habilidades en tareas paralelas pero afines a la empresa, y de encontrar una nueva comunidad corporativa -los voluntarios- con intereses afines a los suyos.
En el caso del voluntariado corporativo, la empresa suele promover acciones relacionadas con su propia actividad o con su entorno más cercano, pero la misión y visión de sus fundadores tiene también mucho que decir. Hay decenas de miles de formas de ponerlo en práctica. Desde muy cerca: mentorizando por ejemplo a jóvenes que se incorporan al mercado laboral o ayudando a los más veteranos a adaptarse a las innovaciones; o de manera global: participando en causas sociales de alcance mundial, como desplazarse para colaborar en un proyecto para construir un pozo en un remoto pueblo africano. Y muchas otras: acciones como limpiar el bosque que rodea las instalaciones de la empresa, colaborar en bancos de alimentos de la ciudad, compartir su conocimiento especializado (todo el mundo tiene uno) con refugiados que buscan una salida profesional, la restauración de un monumento local, hacer de guía, investigar pro bono para un desarrollo científico…
En la Corporación Hijos de Rivera, de la que forma parte AUARA, nos tomamos muy en serio las actividades de sensibilización, acompañamiento e inclusión, y no ya en la corporación, que también, sino entre una gran cantidad de trabajadores que se ofrecen como voluntarios a través de ella. Estas son algunas de las que se han llevado a cabo en los últimos años:
La falta de tiempo, no saber cómo aportar o con quién se puede colaborar no puede ser un freno para no comprometerse con alguna actividad. Tanto el voluntariado individual como el voluntariado corporativo ayudan a hacer una sociedad más comprometida y solidaria. Y la Navidad es un buen momento para ayudar a los demás.