Objetivo número 6 de Desarrollo Sostenible para 2030 planteado por Naciones Unidas:
Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos.
Así leído, en la página de la ONU, suena bastante lejano, cuando hay muchas personas a las que el problema les toca muy de cerca. Analicemos, entonces, qué quiere decir este objetivo. ¿Por qué es tan importante? ¿Qué retos a corto plazo tiene la humanidad y qué tienen que ver con el agua?
Miles de millones de personas siguen enfrentando a diario enormes dificultades para acceder a los servicios más elementales. Sí, quizá de repetirlo tanto le restamos importancia. Pero es una realidad que no cambia. Investiguemos un poco los datos más elocuentes:
Según un estudio realizado por el Grupo Banco Mundial, UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que la ampliación de los servicios básicos de agua y saneamiento a las poblaciones desatendidas costaría 28.400 millones de dólares al año entre 2015 y 2030, o el 0,10% de la producción total de los 140 países incluidos en el estudio.
Y si no quisiéramos solucionarlo ¿cuál sería este coste?
Evidentemente, como casi todo en la vida, no afrontar los problemas supone también un coste. Es el llamado coste de oportunidad. Para el tema que analizamos, es complicado hablar de costes: a fin de cuentas nos referimos a vidas que tienen un valor incuantificable. Pero en un apartado puramente económico el impacto de no invertir en agua y saneamiento se calcula en el 4,3% del producto interno bruto (PIB) de toda África Subsahariana. El Banco Mundial estima además que el PIB de la India se reduce en un 6,4% debido a las consecuencias y los costos económicos de la falta de saneamiento (el PIB de la India está próximo a alcanzar los $2.000.000.000.000 en 2016).
A este coste económico hay que añadirle que sin una mejora en las infraestructuras y sin una gestión más eficaz, millones de personas seguirán muriendo cada año y se seguirá perdiendo biodiversidad y resiliencia de los ecosistemas, socavando la prosperidad y los esfuerzos realizados en pro de un futuro más sostenible. Un coste muy alto que afrontar.
Y en todo esto, ¿cuál es mi papel como ciudadano?
La sociedad civil tiene el deber de trabajar para exigir que los gobiernos rindan cuentas, invertir en investigación y desarrollo de los recursos hídricos y promover la inclusión de las mujeres, los jóvenes y las comunidades indígenas en la gobernanza de los recursos hídricos. Si los gobernantes no ven que este factor preocupa a la población, no van a tomar medidas contra él.
Por ello, concienciar sobre estos cometidos y convertirlos en medidas concretas producirá resultados ventajosos y conllevará una mayor sostenibilidad e integridad de los sistemas humanos y ecológicos. Introducir y absorber estas medidas en nuestros hábitos del día a día. En nuestros trabajos y vidas personales. Porque tener que fomentar un futuro sostenible para los que vengan después de nosotros. Un esfuerzo que a pesar de parecer generosidad, es para ti.