No es que lo diga Greta… Lo que la Cumbre sobre el Clima nos dejó

octubre 02, 2019

Letrero de luces de neón en el que se puede leer

La reciente Cumbre sobre el Clima nos ha dejado discursos e imágenes que perdurarán en el tiempo, como la estudiada ausencia/presencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, o el sentido discurso de Greta Thunberg (influencer del cambio climático), que nos recuerda que se nos acaba el tiempo y que todos, no sólo los jóvenes, estamos sufriendo ya las consecuencias de la crisis climática.

Pero este evento es mucho más que eso. Es, por un lado, el compromiso de empresas privadas, gobiernos y ciudades de pasar de la “economía gris” a la “economía verde”, pero es también el reconocimiento de que difícilmente llegamos a cumplir los plazos del Acuerdo de París para la reducción de emisiones y el control de la contaminación. Es el reconocimiento de que hacen falta medidas más concretas y alcanzables, y el temor, especialmente de los países en desarrollo, de no ser capaces de llevarlas a cabo.

Como ha asegurado el propio secretario general de Naciones Unidas, António Guterres: “Hemos logrado impulsar la cooperación y la ambición, pero aún tenemos mucho camino por recorrer”.

Entre las iniciativas más destacadas que se han derivado de esta Cumbre, nos gustaría destacar las siguientes:

  • Aumento de la financiación dedicada a la ayuda a países en desarrollo en su adaptación a las buenas prácticas destinadas a la lucha contra el cambio climático. Porque no sólo hay que ser conscientes y poner objetivos, es importante contar con los medios necesarios.
  • Constitución de la Plataforma de Inversión del Clima, que tratará de movilizar 1 billón de dólares en inversiones para energías limpias en 2025 en los 20 países menos desarrollados. El dinero no es lo importante aquí, pero sin dinero es imposible llegar a los objetivos.
  • Compromiso de la Unión Europea a destinar al menos el 25% de sus próximos presupuestos a actividades relacionadas con el clima. Esperamos que este compromiso se traduzca en iniciativas reales, que obliguen a gobiernos y empresas, más que en recomendaciones.
  • Reducción de más de 12.000 millones de toneladas de emisiones por parte de China. Un gesto de impacto por parte de uno de los países que más CO2 genera.
  • Compromiso de 87 grandes empresas a reducir sus emisiones, además de alinearse con las recomendaciones de los científicos para limitar los peores efectos del cambio climático. A más poder, más responsabilidad. Su declaración de intenciones es importante.
  • Unión de 130 bancos (un tercio del sector a nivel mundial) a los objetivos del Acuerdo de París. Esperemos que les sigan otras empresas de otros sectores cuando los bancos no apoyen financieramente sus proyectos por no contribuir a mitigar el cambio climático.
  • Incremento de los esfuerzos en todo el mundo para alcanzar el objetivo de cero carbón ” en 2050. Aún hacen falta medidas concretas y tangibles.
  • El conjunto de iniciativas que los asistentes se han comprometido a llevar a cabo, protegerán a 500 millones de personas contra los impactos del cambio climáticoSon pocas, si se tiene en cuenta que más de 7.600 millones de personas sufrimos ya sus consecuencias.
  • España aportará 150 millones de euros en los próximos cuatro años al Fondo Verde para el Clima. Que esta contribución se amplíe en el futuro.

El año próximo asistiremos en Nueva York a la primera revisión del Acuerdo de París, firmado por casi 200 países en 2015. De momento, parece que las previsiones no se han cumplido en su totalidad, y Thunberg tiene razón en sus quejas: los estudios apuntan a que la temperatura del planeta ya ha aumentado un grado y llegará a los tres grados a finales de este siglo.

Según Naciones Unidas, los esfuerzos de gobiernos y empresas deben aún crecer al menos al triple para que ese aumento no supere el 1,5º respecto a los niveles preindustriales. Las emisiones de carbono son, por supuesto, el principal problema, pero también están la deforestación, el despilfarro energético, el mal reparto del agua, y muchos otros que, desde ya, debemos estar dispuestos a controlar.

AUARA es una empresa social pequeña, pero contribuimos minimizando nuestro impacto, reduciendo la huella de carbono de nuestros productos, utilizando materiales RPET 100% reciclados y reciclables en nuestras botellas y, finalmente, con nuestros proyectos sociales, llevando agua donde más se necesita. Y desde aquí animamos al resto de la sociedad a hacer lo mismo: a los ciudadanos en su pequeño ámbito, y a las grandes empresas y administraciones en su gran alcance.