Nelson Mandela, mucho más que un ejemplo a seguir

julio 21, 2021

Dibujo Nelson Mandela

Una vida mejor para todos. Este fue el eslogan de la campaña de Mandela en 1994, uno que hablaba de reconciliación, reconstrucción y desarrollo económico, que aplicaba entonces a la situación en Sudáfrica y que podemos extrapolar hoy a la del mundo entero, que cambió la historia de este país y nos inspiró a todos. 

Madiba -apodado así por el nombre del clan en que nació en 1918-, estaba destinado para una posición preeminente. Su padre era consejero del rey de Thembu y tras su muerte, con solo 12 años, se convirtió en uno de los guardianes del Great Place, el palacio de Mqhekezweni. Creció con historias sobre las guerras de la resistencia y siempre soñó con contribuir personalmente para liberar a su pueblo. Estudió arte y leyes mientras se implicaba más y más en la lucha civil anticolonialista, por lo cual fue finalmente encarcelado en 1962. Eso no le impidió, durante los 27 años que estuvo en prisión, convertirse en un símbolo y en el objeto de numerosas protestas por todo el mundo que exigían su liberación.

Poco después de salir Mandela se convirtió en el primer presidente negro del país donde se acuñó el término aparheid -donde una minoría de solo el 15% de blancos dominaba y gestionaba casi la totalidad del territorio y las instituciones-. En aquel momento se encontró con un país con un crecimiento económico prácticamente nulo. Había que empezar, literalmente, desde cero. Cinco años después Sudáfrica ya crecía un 3% (pequeños pasos de gigante dada la situación), había avanzado para acabar con la corrupción que beneficiaba solo a la minoría blanca y con la redistribución de las tierras de una manera más equitativa para todos los ciudadanos. Al mismo tiempo, y casi más importante, desarrolló un sistema de servicios públicos igualitarios, impulsó un plan de vivienda digna y consolidó el acceso a los servicios sanitarios y educativos. Aún hoy siguen vigentes, también, las Reglas de Mandela para el tratamiento de prisioneros en todo el mundo, que se fundamentan en el respeto a la vida y la protección de las necesidades específicas de los reclusos.

Es muy interesante su ejemplo para otros países africanos (y también en otros continentes, en situaciones de desarrollo similares) por su aportación para impulsar el apoyo a los emprendedores con formación y subvenciones y para incorporar a la mujer en una época y una sociedad que todavía estaba dominada por los hombres. Pero sobre todo, por apostar por el crecimiento económico sin perder de vista las raíces, la cultura y el folklore local, las tradiciones y el orgullo de pertenencia.

Por todo ello Naciones Unidas celebra cada año el Día de Nelson Mandela, conmemorando su nacimiento el 18 de julio de 1918 y todos los logros y los valores que logró transmitir al mundo. Suya es la imagen de la paz y la transformación. Del perdón firme y contundente, de la protección de los derechos humanos por encima de todo, de la igualdad de géneros, edades, razas, clases sociales… y del reconocimiento internacional de que la democracia y la justicia social son las vías para el progreso económico y el reconocimiento internacional. Porque juntos podemos, si queremos, hacer que todos vivamos mejor.

Y para animar, concienciar y…, ¡bailar!, compartimos con vosotros la canción que crearon estudiantes de la escuela de primaria Mandela en Zambia para él:

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