Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) cumplen años el 25 de septiembre. Nacieron de la necesidad de Naciones Unidas de ponerle nombre a los grandes problemas del mundo e instar así a gobiernos, empresas y particulares a hacerse cargo y trabajar por resolverlos. Los 17 ODS conforman la Agenda 2030 y, por lo tanto, tienen fecha de caducidad o, más bien, de consumo preferente. En su sexto cumpleaños, los ODS han ido avanzando no todo lo rápido que nos gustaría y ahora tenemos por delante nueve años para avanzar en su consecución. Tenemos por delante un trabajo colectivo.
En este sentido, es cierto que los ODS han sido un éxito de concienciación y de comunicación, y podemos estar orgullosos como ciudadanos del mundo de haber logrado establecer un marco común, conocido y compartido por una mayoría de la sociedad. Pero también es verdad que el desarrollo de las iniciativas y el cumplimiento de los objetivos es más complejo y depende de muchos actores, por lo que falta aún mucho entendimiento y mucho recorrido.
La pandemia y sus consecuencias sanitarias y económicas no ha ayudado, sino que, más bien al contrario, ha empeorado las condiciones de vida en muchos lugares y ha frenado, de manera general, la financiación de los ODS. Según la ONU, se necesitaría aumentar entre 2 y 4 billones de dólares anuales la inversión en desarrollo sostenible en los años que quedan hasta la fecha objetivo para su consecución. En la actualidad, se están destinando entre 2 y 3 billones de euros. Y el dinero, aunque no es el único factor, es fundamental para llevar a cabo las mejoras que se necesitan: el reparto de los bienes de manera equitativa, la protección de la naturaleza, el impulso a la educación, el acceso a agua y alimentos…. También es necesario un cambio cultural que, aunque en muchos lugares como España estamos consiguiendo poco a poco, todavía se resiste a muchos gobiernos.
Agua y mucho más
Aunque nuestro objetivo principal, como sabéis, es el ODS 6 (Agua limpia y saneamiento), desde AUARA incidimos de una manera más o menos directa en 13 de los 17 ODS, ya sea a través de nuestros proyectos de acceso a agua potable en comunidades en proceso de desarrollo (que ayudan a paliar problemas de pobreza, hambre, igualdad o educación) o de los productos que vendemos, tratando de introducir buenas prácticas relacionadas con reciclaje, economía circular, sostenibilidad, comercio justo, etc.
Y seguiremos trabajando, desde nuestra pequeña atalaya, en concienciación. El gran reto a día de hoy, y en lo que deberíamos centrar los esfuerzos si queremos conseguir los objetivos, es bajar a nivel micro los ODS y lo que suponen a nivel de concienciación, ¡en todas partes, las ‘ricas’ y las desfavorecidas! Las empresas, las instituciones, los estados, etc., los conforman personas, y sin personas concienciadas y convencidas, poco cambio real vamos a encontrar en grandes estructuras.
Si las sociedades se convencen, las empresas y las instituciones cambiarán solas y la financiación también llegará. Sobre todo porque seremos capaces de alinear nuestros intereses estratégicos y económicos con los valores de fondo que motivan los ODS. Cuando los seres humanos nos ponemos de acuerdo para conseguir cosas, que además dependen de nosotros, somos muy capaces de hacerlas.