La presente década nos está exigiendo lo mejor de todos. Primero fue el impacto económico y social del Covid-19, que ha provocado un aumento de la desigualdad, al que le ha sucedido la inestabilidad mundial y la crisis energética motivada por la guerra de Ucrania. Ante esta coyuntura, las empresas han tenido que adaptarse a la incertidumbre que también ha llegado a nivel personal.
La pandemia nos hizo replantearnos la forma de trabajar, lo que nos ha hecho adoptar y adaptarnos al trabajo híbrido, pero también ha impulsado un liderazgo más motivacional e inspirador para movilizar a los equipos que conforman las empresas a adaptarse a las dificultades. No hablamos sólo de productividad o compromiso sino de otros aspectos como el ‘sentirte parte’ de un proyecto para que salga adelante. Y ahí, el papel de los líderes ha jugado y está desempeñando un nuevo rol, más alejado del ‘ordeno y mando’ y más cercano a la empatía, la motivación del equipo y la escucha y la búsqueda de un beneficio común, cualidades que podemos encontrar en las empresas sociales y que se pueden extrapolar a las funciones que tendría que tener presentes todo buen líder en su día a día de trabajo.
Propósito
El buen líder debe promover la colaboración entre los diferentes responsables de las áreas de la compañía para movilizar a los equipos hacia el cumplimiento de los objetivos. Muchos de los emprendedores sociales de hoy nacen con una cultura de la empresa que tiene en cuenta su responsabilidad e impacto en la sociedad, y por ello están lideradas por personas que saben transmitir al equipo que este propósito debe formar parte del desempeño del trabajo en el día a día por el bien común.
Contar con un propósito que busque generar un beneficio social y medioambiental, así como con unos valores alineados con una cultura corporativa responsable, será clave para que cada persona que forme parte de la empresa contribuya a su consecución.
Colaborar para pertenecer
Los líderes actuales, tanto directivos como emprendedores, tienen una oportunidad de fomentar el vínculo con la empresa mediante actividades que van mucho más allá de la misma. Desarrollar la solidaridad del equipo y el papel de la empresa en la sociedad es sin duda una de las mejores fórmulas a la hora de ejercer un buen liderazgo, como puede ser impulsando la colaboración con Entidades No Lucrativas o el voluntariado corporativo.
La lucha por las múltiples causas sociales y ambientales que existen en el mundo también puede suponer una oportunidad a nivel empresarial y de liderazgo para implicar y motivar a sus trabajadores en su participación, lo que solo se consigue creando un vínculo que forme parte de la cultura sostenible de la empresa -podemos ligarlo a la “década de acción” denominada así por Naciones Unidas para dar respuesta a los desafíos de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.
Precisamente estos dos verbos, implicar y motivar, deben formar parte de la cultura empresarial y que debe fomentar cualquier líder o jefe de equipo, cuyo objetivo sea el de mantener involucrados positivamente a sus trabajadores en un proyecto que busque un beneficio para todos.