En todo el mundo hay unos 28 millones de enfermeras y enfermeros, un 60% de todo el personal sanitario. Y todavía faltan: según un informe de la OMS, para 2030 se necesitarán 36 millones para atender a toda la población mundial. Y no siempre están donde más se las necesita, ya que parecen ser los países más avanzados los que más enfermeras per cápita tienen (Noruega lidera el ránking con 17,8), mientras que otros como Sudáfrica o Mauricio cuentan con unas ratios mucho menores (5 y 3,3 respectivamente).
Enfermería es una palabra que proviene del latín, y se aplica al cuidado de los ‘no firmes’ (o no fuertes, es decir, enfermos). Puede ser por propio estado vital (ancianos o bebés) o por trastornos de salud más o menos graves. Aunque hoy se la conoce como una profesión mayoritariamente femenina (reminiscencia del batallón de enfermeras voluntarias que atendían a los heridos en las grandes guerras de la historia, sin apenas formación médica, pero con mucha dedicación), al principio, como casi todas, era ejercida por hombres. Según los registros, fue en 1259 cuando los Hermanos de Alexian comenzaron el ministerio de cuidado de los enfermos y hambrientos en pleno brote de peste negra, allá por los años 1300. Las monjas de la mayoría de órdenes por todo el mundo, han estado también siempre asociadas al cuidado de los más débiles, por sus propios votos religiosos.
Y es que, si hay una labor vocacional por excelencia, es la de cuidar a enfermos y desvalidos, y aunque hoy día es una profesión con múltiples facetas (desde análisis clínicos hasta asistencia en quirófano), su imagen siempre ha estado ligada a grandes dosis de altruismo y empatía.
El 12 de mayo se celebra el Día Internacional de la Enfermería, una fecha que conmemora el nacimiento de la que se conoce como fundadora de la enfermería moderna: Florence Nightingale, muy reconocida por su trabajo como voluntaria en la guerra franco rusa en el año 1854, al frente de un comprometido equipo de enfermeras que lograron, gracias a su asistencia, una reducción importante en el número de soldados fallecidos mejorando sus condiciones de salubridad y atención médica. Ella fundó la Escuela Florence Nightingale para Enfermeras en Londres, considerada el primer paso para la auténtica profesionalización de la enfermería.
El lema para este año 2022 elegido por el Consejo Internacional de Enfermería es: Enfermería: Una voz para liderar – Invertir en enfermería y respetar los derechos para garantizar la salud global. Y es que, a pesar de los aplausos y el reconocimiento absoluto de su labor durante la pandemia por parte de la población general, como colectivo aún tienen mucho que reclamar en cuanto a condiciones laborales y estatus salarial, así como en el cuidado de su propia salud, en un trabajo especialmente estresante y que desgasta tanto física como mentalmente.
Y no siempre ejerciendo su trabajo de manera remunerada, ya que muchos son también los programas de voluntariado existentes para enfermeros y enfermeras, porque en todos los lugares del mundo es necesaria su labor. Desde poner vacunas en África hasta enseñar buenos hábitos en el centro de salud de nuestro barrio, y tanto en condiciones ‘normales’ como en situaciones de excepción -con el hashtag #nursesforpeace apoyan a sus colegas ucranianas, pero no solo ahí, en general están siempre en zonas de conflicto y necesidad-.
Cualquier persona, pero especialmente los más desvalidos, se beneficia de su tarea, y es por ello que desde AUARA también queremos rendirles un pequeño homenaje con este post y llamar al reconocimiento de su labor en todas las circunstancias.