Cada 30 de julio Naciones Unidas celebra el Día Internacional de la Amistad, como una llamada a fomentar una cultura de paz y respeto a todos los seres del planeta.
Puede que haya muchos tipos de amistad y que el concepto implique distintos tipos de relaciones según las culturas, pero en todos los casos la AMISTAD es un sentimiento de afinidad, una relación afectiva entre dos o más personas que implica reciprocidad y lealtad. Para ilustrarlo hemos pensado compartir con vosotros este cuento africano tradicional con el que, seguramente, nos sentiremos reflejados.
Hace mucho, mucho tiempo, dos chicos nacieron exactamente el mismo día en una lejana tribu africana Ndemi y Jimdo. Se parecían mucho físicamente y crecieron como los mejores amigos. Un día, decidieron emprender un viaje juntos para conocer el mundo y en su camino Ndemi se enamoró de una chica, hija de un gran jefe. Para casarse con ella necesitaba pasar una prueba ‘sobrehumanas’: debía pasar seis días y seis noches en una cabaña sin agua ni comida. Si no lo lograba o rogaba por suministros antes de ese tiempo, le matarían.
Jimdo, su amigo, le ayudó: hizo un pequeño agujero en la cabaña sin que le vieran y a través de él pasó un hilo que hundió en una calabaza llena de agua al otro lado, de forma que el agua corriera por él, pero su carcelera, una vieja de la tribu, le descubrió. Le iban a matar al día siguiente, pero Davyaga, la rata, les ayudó royendo un agujero en la pared de la cabaña y metiendo la calabaza prueba del delito llena de hormigas blancas, quienes se la comieron sin dejar rastro. Ndemi pudo casarse con la muchacha y la llevó a su tribu, donde su padre, agradecido por su vuelta, construyó una cabaña para cada uno de los dos amigos y les regaló además unos cuchillos mágicos.
Algunos meses después Jimdo decidió que también tenía que encontrar una esposa, pero antes de salir a buscarla plantó un árbol de algodón y le dijo a su amigo que lo vigilara y, si se marchitaba, significaría que él estaba en peligro. En su viaje llegó a una ciudad junto a un río, donde todos lloraban, y una hermosa muchacha que estaba a punto de ser sacrificada como tributo al Dios del Río, que estaba seco. En el cauce apareció una enorme serpiente a la que Jimdo, valientemente, mató con su cuchillo mágico, tras lo cual un enorme flujo de agua surgió de su cuerpo llenándolo todo de agua. Por supuesto se casaron y vivieron felices un tiempo hasta que, unas semanas después, toda la carne del pueblo (filetes, salchichas…) empezó a desaparecer: saltaba de las despensas para irse corriendo a una colina que la tragaba sin descanso y a la que nadie podía acercarse.
Cazando con otros muchachos del pueblo, un día Jimdo se acercó demasiado y fue tragado por la roca. Inmediatamente su amigo Ndemi vio cómo la planta de algodón empezaba a secarse y a perder sus hojas, así que partió inmediatamente para ayudarle. Fue hacia la colina y la apuñaló con su cuchillo mágico hasta que se partió en dos y de ella salieron todos los cazadores perdidos, para alegría de todos.
Jimdo y Ndemi siguieron siendo amigos toda su vida, y aunque a veces se separaron o vivieron en pueblos distintos, siempre supieron cuándo el otro necesitaba ayuda y estuvieron ahí para prestarla.
Este cuento popular africano, igual que el Día Internacional, nos recuerda la importancia de la amistad como necesidad afectiva de las personas, pero también como motor del desarrollo y la supervivencia de las personas y de los pueblos. Porque la cooperación siempre ha logrado más que las guerras y los enfrentamientos, y porque la solidaridad y el respeto por las particularidades de cada individuo es lo que nos hace, en el fondo, ser humanos. ¡Feliz Día de la Amistad!