El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación generalizada. Nuestro entorno sufre, y nosotros lo haremos con él. Ya lo hacemos, de hecho: desastres naturales en forma de tormentas explosivas, inundaciones y terremotos; plagas y enfermedades nuevas que diezman la humanidad; hambrunas y superpoblación al mismo tiempo que altas tasas de mortalidad infantil… Todo ello causado por el deterioro del medio ambiente.
Y es que parece que nos olvidamos de que la clave está en el equilibrio, en respetar para que te respeten, lo que se extiende a cada ser vivo del planeta y a cada sistema terrestre, por muy alejado de nuestra vida diaria que nos parezcan. El mensaje de que debemos transformar nuestras economías y sociedades para que sean más justas y más conectadas con la naturaleza suena tan evidente y, al mismo tiempo, tan alejado de la realidad que vivimos muchos, que asusta.
Tenemos esperanza. Por nuestro trabajo como empresa social y nuestros proyectos de colaboración para llevar agua allí donde se necesita, nos encontramos cada vez más gente concienciada, y vemos cómo el consumo sostenible y la economía circular que empezaron hace unos años, hoy siguen marcando la tendencia. Es la demanda de la sociedad, y las empresas deben (debemos) jugar un papel aún más importante en la lucha contra el cambio climático. Ser más activas y, aunque sin perder de vista la rentabilidad y el negocio (qué sentido tendría si no), poner por delante la sostenibilidad.
De nuevo, las tres R
Podemos hacerlo de muchas maneras: apostando por la innovación, desterrando por completo envases no sostenibles, fabricando con materiales reciclados que den a los productos una segunda vida y aporten un valor extra, dedicando parte de nuestros beneficios a compensar la huella de carbono o utilizando energías renovables. La teoría, creemos, la tenemos bastante clara la mayoría, ¡ahora hay que aplicarla!
En AUARA somos un ejemplo de cómo puede hacerse: desde nuestros inicios nos dedicamos a investigar la opción más sostenible para nuestras botellas, y fuimos la primera empresa europea de bebidas que fabricaba todas sus botellas con plástico rPET 100% reciclado. De este modo, reusamos el que ya existe en el planeta, y que tarda unos 150 años en degradarse. En estos años hemos reciclado más de 417.000 Kg de plástico, lo que ha supuesto el ahorro de más de 531.000 Kg de CO2 emitido a la atmósfera. Solo en 2021 la Agencia Internacional de la Energía registró 36.300 millones de toneladas de emisiones contaminantes de dióxido de carbono, así que queda mucho margen para la mejora en el tejido empresarial internacional.
No es el único parámetro. La gestión de los residuos, reciclables o no, es otro gran caballo de batalla que sigue dañando al medio ambiente, con microplásticos que contaminan aire, agua y pulmones de los seres vivos, o directamente con vertidos o basuras no biodegradables que se acumulan en hábitats naturales impidiendo a muchas especies migrar o alimentarse por su causa. Y hay muchos otros.
Este 2022 se cumplen cincuenta años desde la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en 1972. Entonces su lema fue ‘Una sola Tierra’. Y aunque hemos avanzado en este medio siglo, está claro que no lo hemos hecho lo suficiente, por eso este eslogan sigue vigente y se ha recuperado para el Día Mundial del Medio Ambiente de 2022, que se acaba de celebrar. Hagamos que todos los días sean días de cuidar la naturaleza. Nos va el futuro en ello, porque solo hay una Tierra y está enferma.