No os voy a descubrir nada nuevo cuando os digo que el agua es esencial para la vida. La necesidad de acceder al agua persigue al ser humano desde el mismo momento de nuestra aparición, y el ingenio ha ido descifrando diferentes maneras de conseguirla, ya sea con balsas, presas, recogiéndola de lagos o ríos, derritiendo hielo, captaciones de lluvia, etc. Pero no siempre el agua la tenemos a la vista, y en ocasiones resulta bastante más costoso llegar hasta ella, en el subsuelo.
El agua del subsuelo la alcanzamos, simplemente, haciendo un agujero en el terreno lo suficientemente profundo como para llegar al nivel freático, es decir, el nivel en el terreno en cual el agua permanece estable y no desciende hacia capas inferiores.
En España, la primera evidencia de construcción de pozos data de la Edad de Bronce (2200 a.C.) en las Motillas de Daimiel, en Castilla La Mancha, os recomendamos mucho visitarlas El concepto es sencillo, pero, ¿dónde está la complejidad?, lo entenderéis a continuación.
PASO 1: LOCALIZAR EL AGUA
Como decíamos, debemos encontrar una localización en la que el agua discurra bajo el terreno. Un lugar en el que las capas del suelo que vamos a excavar tengan unas características determinadas de porosidad, impermeabilidad, resistencia y composición geológica.
Para identificar todos estos factores existen varias alternativas, desde avanzadas “ecografías” por medio de electrodos que se le hacen al suelo para descubrir su geometría, hasta los tradicionales zahoríes, que con la ayuda de una vara, experiencia, y bastante “ayuda divina”, consiguen encontrar los puntos donde más posibilidades tendremos de encontrar agua con nuestra perforación.
PASO 2: EXCAVACIÓN
Una vez que hemos elegido un lugar para probar suerte en nuestra búsqueda de agua, comenzaríamos la perforación. Dependiendo de las características del terreno y de la profundidad a la que, estimamos, encontraremos agua, seleccionaremos la técnica de perforación que mejor se ajuste a nuestra excavación y recursos. Entre estas técnicas tendríamos:
PASO 3: ENCAMISADO
Una vez que hemos conseguido alcanzar el nivel de agua, debemos proteger las paredes de la perforación para evitar que el interior del pozo colapse y se derrumbe. Para ello utilizaremos PVC, cilindros de mortero armado, ladrillos, madera, etc. según el diámetro y la profundidad del pozo que hemos realizado.
PASO 4: FILTROS
Será importante añadir entre el encamisado y las paredes de terreno natural del pozo, material de filtro, como gravas, para evitar que materiales finos (arenas y sedimentos) puedan entrar en nuestra perforación, enturbiando el agua y contaminándola. Debemos protegerlo, sobre todo, de los coliformes, es decir, de los restos de materiales fecales orgánicos. Para ello, los mejor será asegurarse de que a 20 metros a la redonda, medidos desde el pozo, no existen letrinas o posibles fuentes de contaminación, así como controlar que la escorrentía generada en lluvias no va a parar al pozo.
PASO 5: BOMBA
En los casos en los que la profundidad del pozo sea elevada, tendremos que recurrir por necesidad a la instalación de una bomba, manual o automática. También en el caso de pozos menos profundos es conveniente instalar bombas; ¿por qué?, sencillamente porque, si protegemos el agujero del pozo en la superficie, evitamos que entren en el pozo elementos externos, tales como cubos de particulares que van a recoger agua, bichos, cosas que los niños tiran, etc. La calidad del agua se conservará en mejor estado y, además, ganaremos en seguridad por eliminar el riesgo de caídas a su interior.
La bomba a introducir podrá variar de tipología según las características del pozo y la capacidad en recursos de los beneficiarios. Así, tenemos:
PASO 6: SUPERESTRUCTURA
Alrededor de la bomba se debe cuidar el tener unas condiciones higiénicas dignas y decentes. Para ello, ayuda construir una plataforma, comúnmente hecha de hormigón, con la que conseguiremos que no se creen barrizales alrededor del punto de agua, conduciendo con un pequeño canal el agua que se sale de los cubos hasta una pequeña arqueta drenante que desaguará este caudal al terreno unos metros más allá de la plataforma. Con el trasiego de gente que acude a la bomba y con los pequeños vertidos que se suelen escapar de los bidones o cubos, se podría hacer realmente incómodo y sucio llegar hasta la bomba. Con una superestructura ayudaremos a mejorar este aspecto.
Es importante, también por higiene, proteger la bomba con una valla o cerca alrededor, de modo que los animales de ganado no puedan acercarse a la bomba a beber directamente de ella.
PASO 7: MANTENIMIENTO
Y, por último, el paso seguramente más importante de todos. El mantenimiento. Casi la totalidad de los proyectos de pozos terminan fallando por falta de mantenimiento. Por ello, será esencial hacer una buena labor de conservación de todo el pozo, y muy especialmente de la bomba, limpiando las piezas periódicamente, sustituyendo aquellas que se desgasten con mayor frecuencia, controlando que la calidad del agua es adecuada, engrasando los componentes que lo precisen, etc. Haciendo este último paso correctamente, y con un buen cuidado de todos los usuarios que utilizan el pozo, se logrará que su agua pueda ser disfrutada por un mayor número de generaciones.
Foto: Pozo en un pueblo remoto de Camboya, construido por AUARA y SAUCE ONG.