La semana pasada estuvimos haciendo en AUARA un ejercicio de cierre de año. Supongo que lo hacen todas las empresas, y pensándolo bien, en Navidad también lo hace la gente con su propia vida o en su familia. ¿Por qué será que necesitamos cada cierto tiempo mirar atrás y pensar en lo que hemos vivido? La verdad es que después de hacer el ejercicio, creo que lo hacemos porque nos hace mucho bien a todos. La memoria humana es muy lista, con el tiempo selecciona muy bien y prioriza, decide dejar un poco de lado lo malo y darle valor a lo bueno. Y eso es lo que hemos hecho inconscientemente la semana pasada.
Seguro que si nos empeñamos, podemos hacer una lista bastante larga de cosas malas que han pasado este año. Pero para acordarnos de las buenas no hace falta tanto esfuerzo. Y la verdad es que la pintura final de lo que ha sido el año en la memoria es para dar gracias.
Si nos quedamos con los datos, pensamos rápidamente en las más de 24.000 personas que hoy tienen agua potable gracias a los 37 proyectos en 15 países, o en las casi 2.000 que tienen algo tan sencillo como un baño.
También pensamos en los más de 5 millones de botellas de plástico recicladas, que suponen 120.000 kilos de plástico que han vuelto a convertirse en productos y más de 200.000 litros de petróleo que hemos dejado de consumir.
Pero siempre pensamos que los datos son fríos, y creo que algo increíble que ha pasado este año es la campaña de Navidad. Darle a nuestras botellas el nombre de las personas para las que trabajamos todos los días, además de mi campaña de marketing favorita, ha sido la oportunidad de conocer y dar a conocer más de cerca a esas personas increíbles. Porque todo lo que hacemos en AUARA todos los días solo tiene un sentido, las personas. Y más si hacemos memoria, porque la memoria está llena de personas, no de datos.
Lo mejor que hay en AUARA son sin duda las personas. Aquellas para las que trabajamos, pero también todas las que forman parte del equipo, todas las que nos apoyan con su tiempo y su conocimiento, todos nuestros clientes, nuestros proveedores, nuestros inversores, nuestros socios... GRACIAS a todos, de verdad.
Y si hay que recordar las cosas malas, que sea para aprender de ellas. Porque seguro que hemos cometido muchos errores, y en Navidad también es bueno pedir perdón a todas aquellas personas con las que podíamos haberlo hecho mejor. Y pedir perdón ya es aprender. Y además de pedir perdón por lo malo, hay que dar las gracias también a los que no nos quieren mucho. A algunos competidores o a algunos haters de redes sociales, que por suerte son pocos.
Vosotros nos ayudáis también a ser mejores y nos enseñáis cosas tan valiosas como tener paciencia o no ser rencorosos.
El año que viene el objetivo es que más de 50.000 personas tengan agua potable. Pero el número 50.000 sin la palabra “personas” detrás no significa nada. Por eso, lo importante es que, hagamos lo que hagamos, pensemos siempre en personas. Empezando por las que nos rodean.
Gracias por un año increíble a tantas personas increíbles.
Antonio Espinosa