En el Día Mundial de los Refugiados, que como cada año desde 2001 se celebra el 20 de junio, nos gustaría estar junto a todas aquellas personas que se han visto obligadas a huir de sus hogares por persecuciones, guerras o desastres naturales; junto a los que han perdido su patria (nunca su identidad); y junto a los que sobreviven con la ayuda de voluntarios en los cientos de campamentos de refugiados por todo el mundo.
En AUARA, ya lo sabéis, trabajamos para llevar agua allí donde más se necesita, y en el caso de los refugiados, la gestión del agua es uno de los problemas con los que se encuentran las organizaciones de ayuda en todo el mundo. No solo la falta de agua es uno de los motivos por los que muchos se ven obligados a dejar sus casas, o incluso por conflictos armados que tienen como origen el control de este recurso, sino que también, en su huida, el agua es una de las necesidades básicas de las que carecen.
Desde 2016, hemos apoyado 37 proyectos que han beneficiado a más de 23.000 personas. Dos de ellos se han desarrollado en Camboya junto a SAUCE, ONG que trabaja en este país del sudeste asiático desde 2001 para mejorar la vida de una zona, Battambang, afectada por la pobreza y la falta de infraestructuras, que alberga a la mayor parte de los repatriados que vivieron durante años en los campos de refugiados de Tailandia. Además, se da la circunstancia de que Camboya es uno de los países más afectados por las minas y artefactos sin explotar debido a casi tres décadas de conflicto armado. Una de cada 236 personas es discapacitada y en algunas provincias como en Battambang, una de cada 90 personas.
Gracias a la colaboración con SAUCE hemos podido desarrollar dos iniciativas que han mejorado la vida de repatriados de Camboya. Con el primero, se han construido 11 sistemas de recogida de agua. Diez en casas de familias vulnerables y uno en un centro de día para niños con discapacidad intelectual. Mientras que con el segundo y con el apoyo de Aveda se ha dado acceso a agua potable a través de la construcción de pozos en colegios de los cinco pueblos remotos, mejorando la vida los niños y de sus familias.
CONCIENCIACIÓN
El agua es la solución para aspirar a una vida mejor, y muchas veces también puede ser un problema. Uno que tenemos muy cerca: en 2018, el Mediterráneo volvió a ser la ruta migratoria más peligrosa del planeta. Según datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), durante 2018 fallecieron, al menos, 2.299 personas en el Mediterráneo.
Estos migrantes no son los únicos, hasta 68,5 millones de personas en todo el mundo, según Naciones Unidas, se han visto obligadas a huir de sus hogares, y entre ellas casi 25,4 millones son refugiados (más de la mitad menores de 18 años), pero también solicitantes de asilo, apátridas o desplazados internos.
No debe ser nada fácil abandonar tu casa y tu país, dejar toda tu vida atrás y llegar a un lugar nuevo donde no tienes dónde vivir y careces de lo más básico, incluso del conocimiento del idioma, pero tienes la necesidad de buscarte la vida para poder seguir adelante. Por ello, no podemos dejarles a su suerte. Tenemos que estar #ConLosRefugiados.
La comunidad internacional tiene por delante una ardua labor de concienciación e integración, que no podrá prosperar sin la colaboración de la ciudadanía y de todo tipo de organizaciones que, bien a través de donaciones o de trabajo voluntario, hacen posible que estas personas pueden soñar con recuperar una normalidad que dé sentido a su vida.