Desde 2012, cada 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF), una atrocidad que hoy día siguen sufriendo muchas mujeres y niñas de determinadas zonas de África, Oriente Medio y Asia meridional, y que lamentablemente también se practica en algunas comunidades de emigrantes que viven en Europa Occidental, Norteamérica o Australia.
Y no solo es atroz la mutilación en sí misma, sin motivo médico alguno, como máximo exponente de desigualdad de género, por creencias religiosas o sociales totalmente infundadas; sino por todos los problemas de salud que ésta acarrea a corto y largo plazo, tanto físicos -dolor crónico, infecciones, sangrados, mayor riesgo de transmisión del VIH, infecundidad- como psicológicos -ansiedad o depresión- hasta llegar incluso a causar la muerte.
La comunidad internacional reconoce esta práctica como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas. La principal arma para hacerle frente es la educación y la concienciación, y para eso se acuñó este Día, en el que en todo el mundo se organizan actividades de promoción de los derechos humanos, la igualdad de género, la educación sexual y la atención a las víctimas de la ablación.
La Fundación Kirira lleva a cabo desde 2007 una gran labor para erradicar la mutilación genital femenina en Kenia, un país donde, a pesar de haberse ilegalizado en 2011, se sigue realizando en comunidades o familias más tradicionales. Por ello, las escuelas de Kirira son el refugio de muchas de estas niñas que huyen de sus hogares para evitar estos ataques.
AUARA colabora con esta ONG en diferentes proyectos. Uno de ellos, actualmente en ejecución, tiene por objeto dotar de agua potable a la comunidad de Tangulbei, a través de la construcción de un tanque de recogida de agua de lluvia en la Escuela de Primaria Churo, en una zona muy castigada por la sequía, las luchas tribales y la mutilación genital femenina. Durante los meses de agosto y diciembre (que son precisamente las épocas en que suele practicarse), las niñas de la tribu Pokot huyen de sus casas con lo puesto, a veces incluso perseguidas, para refugiarse en escuelas como ésta.
Con este proyecto tendrán acceso a una higiene adecuada y a agua potable para beber. También hemos realizado proyectos similares en la Escuela de Secundaria de Gankanga y en la de Tharaka, dando acceso a agua potable a más de 1.000 personas en total, tanto a los menores como a los profesores y a toda la comunidad.
En AUARA creemos en la diversidad, en respetar el espíritu y las tradiciones de cada cultura, pero sobre todo, y por encima de todo, defendemos el respeto al individuo y los derechos humanos de todas y cada una de las personas. Por eso, nos unimos a la lucha contra la mutilación genital femenina, animamos a nuestros amigos de Fundación Kirira a seguir adelante con ese increíble trabajo y confiamos en que, muy pronto, ésta sea una fecha que ya no sea necesario celebrar.