Desde que en 1993 Naciones Unidas convocó la celebración del primer Día Mundial del Agua, cada 22 de marzo se llama a la comunidad internacional a la concienciación y cooperación con este motivo. Diferentes lemas, como ‘Agua y energía’, ‘Agua y salud’ o ‘Agua para las ciudades’ han servido a lo largo de estos años para despertar y sensibilizar a gobiernos y particulares. Pero sobre todo para llamar a la acción, para que los organismos públicos y privados tomen medidas y para que los ciudadanos exijan un cambio.
Porque hay un problema, y ese problema es que aún son muchas las personas en el mundo que mueren cada año por falta de acceso a agua limpia, por enfermedades provocadas por la carencia de saneamientos adecuados o por guerras provocadas por el control del agua.
En esta ocasión ONU-Agua propone el lema ‘No dejar a nadie atrás’, en línea con la promesa de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: todo el mundo debe beneficiarse del progreso. Y es que el acceso al agua potable es un derecho universal de cualquier ser humano, y sin embargo no todos pueden disfrutarlo aún a día de hoy. Sin agua no hay vida. Pero sin agua no hay tampoco desarrollo sostenible. No hay agricultura ni ganadería. No hay escuelas ni formación porque las necesidades básicas no están cubiertas. No hay igualdad de género o social. No hay posibilidad de un avance socioeconómico.
Según el Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo 2019, actualmente utilizamos más agua que nunca. Su uso ha aumentado en todo el mundo alrededor del 1% anual, y para 2050 se espera un incremento del 20% al 30% por encima del nivel actual. El sector industrial tiene parte de responsabilidad, pero también el doméstico, con más duchas, jardines y desperdicio en general.
Mientras tanto, más de 2.000 millones de personas viven en países con fuerte escasez de agua, escasez que está previsto que aumente a causa del cambio climático. Seis de cada diez personas no tienen acceso a saneamientos seguros, y este informe de la ONU pone de manifiesto que incluso en esa cifra hay profundas desigualdades.
De ahí el lema ‘No dejar a nadie atrás’. Porque, incluso en zonas y comunidades con escasez, hay diferencias: niños, enfermos, personas con determinados rasgos étnicos o religiosos, se ven aún más relegadas en cuanto al acceso al agua. En muchos lugares se ve cómo estas personas sufren en mayor medida al no poder caminar kilómetros para buscar agua, al verse obligados a ceder su parte o a sus dificultades para llegar a una zona de saneamiento. Por eso es necesario trabajar para eliminar todos esos obstáculos.
Algunos datos para reflexionar:
Quedan apenas diez años para que se cumpla el plazo establecido por Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En el caso del ODS6, ‘Agua Limpia y Saneamiento para todos’, todo indica que, aunque se han realizado muchos avances (se estima que hoy más del 90% de la población mundial puede acceder a fuentes de agua potable mejoradas), en 2030 no se habrá llegado al acceso completo. De hecho se espera que para 2050 un 25% de la población mundial viva aún en un país con escasez de agua.
Según ha comentado Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, con motivo del Día Mundial del Agua de 2019, “el agua y el saneamiento pueden contribuir considerablemente al logro del amplio conjunto de objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que van desde la seguridad alimentaria y energética hasta el desarrollo económico o la sostenibilidad ambiental”.
En AUARA no pensamos cejar en el empeño para llevar, litro a litro, agua donde más se necesita, para realizar proyectos de saneamiento atendiendo especialmente a los colectivos más desfavorecidos,como mujeres y niños, para poner nuestro granito de arena para el desarrollo de esas comunidades. Haz como nosotros: despierta, conciencia, colabora.
Foto: Ana Encabo
Proyecto: 5 pozos en colegios remotos. Sauce ONG.