No estábamos preparados, no lo hemos visto venir, ¡pero no pensamos rendirnos! Según este artículo del World Economic Forum, más del 70% de startups ha rescindido contratos de empleados a tiempo completo a causa de la pandemia, otros han reorientado su actividad para adaptarse a la nueva era, y tristemente también son muchos los que han visto su negocio caer en la temida zona de peligro o que directamente han tenido que cerrar sus puertas definitivamente por no encontrar una alternativa viable de crecimiento en la ‘nueva normalidad’.
La forma en que la pandemia afecta a las empresas tendrá un impacto directo en cómo el emprendimiento se percibirá como una opción laboral en el futuro.
Sin embargo, si bien una gran cantidad de nuevas empresas han sufrido, el COVID-19 también ha producido un giro en la actividad empresarial: negocios nuevos como la impresión de pantallas en 3D, el transporte de urgencia, el diseño de moda: las mascarillas, la creación de dispositivos de protección o tests de detección, pero también otros viejos renovados que se han lanzado sin red de protección al mundo online desde su zona de confort: deporte virtual, soluciones de videollamada o frutería online. ¿Ejemplos? Muchísimos, aquí os dejamos unos cuantos:
Porque, aunque se presupone que una startup tiene que ver con el mundo digital (y sí, la tecnología lo facilita mucho), no siempre es así. No olvidemos que un emprendedor no es solo un programador brillante que diseña alta tecnología de futuro, sino también una repostera que tiene una tienda en un pueblo de mil habitantes, un profesor que da clases a niños sin recursos, la propietaria de un taller de motos o los impulsores de una empresa social como la nuestra. Y pandemias o no, este tipo de hombre/mujer de negocios al más puro estilo, no va a desaparecer, más bien que aumentará. En AUARA creemos firmemente que no se nace emprendedor, sino que se hace, y las claves son amor y aprendizaje: un emprendedor ama su proyecto tanto como ama aprender.
Ideas no faltan, tampoco talento, recursos sí. Por eso son necesarias políticas de apoyo al autónomo (tanto al que cierra como al que abre un negocio), y facilidades para los grandes inversores locales y extranjeros, que muchas veces son quienes hacen posible que un negocio dé sus primeros pasos y que también están sufriendo en carne propia.
Valoremos a nuestros emprendedores. La sociedad necesita sus ideas y productos, la economía necesita que estén activos y hagan circular el dinero, y el mundo de los negocios necesita de su empuje y agilidad para recuperar, reorientar, hacer. Ellos han demostrado su compromiso con todos ellos con su solidaridad, y es hora de que se les devuelva el esfuerzo comprando en tiendas de proximidad, priorizando marcas locales, participando en crowdfundings o, ¿por qué no?, ¡emprendiendo nosotros mismos!