22 de abril, Día de la Madre Tierra: cuidarla es cuidarnos

abril 22, 2020

Niños jugando en un pozo de agua en camboya, beneficiarios de un proyecto de AUARA y AVEDA

Como cada 22 de abril, el planeta celebra el Día Internacional de la Madre Tierra: nuestro hogar, quien nos provee de lo que necesitamos para vivir, quien nos cuida y a quien debemos cuidar, porque sin ella, sencillamente, no somos.

Este año resulta inevitable la conexión entre la conmemoración de este día y la situación por la que atraviesa el mundo, pues el cambio climático, la deforestación, las perturbaciones de los procedimientos naturales de producción agrícola y ganadera o el creciente comercio ilegal de animales salvajes pueden favorecer el aumento de la transmisión de enfermedades infecciosas de animales a humanos (enfermedades zoonóticas). No podemos olvidar que existe una relación muy estrecha entre la salud humana, la animal y la ambiental.

Pero en nuestro post de esta semana queremos alejarnos de la actualidad más abrumadora y hacer un pequeño homenaje a nuestro colaborador AVEDA, una empresa de productos y centros de belleza que propone un concepto holístico de lo bello, asegurando que nosotros “somos la Tierra”. Para ellos es fundamental estar en paz y en calma con nosotros mismos, y eso significa llevar un estilo de vida orgánico, celebrar la vida y respetar el medio ambiente en cada paso que damos (también en cómo nos sentimos bellos).

Como cada una de nuestras acciones, por pequeña que sea, desencadena un efecto mariposa en alguna parte, ellos se han propuesto proteger la Tierra y a sus habitantes en la medida de sus posibilidades, y entre las muchas acciones que llevan a cabo, desde hace unos años dedican este mes de abril al Mes de la Tierra, donando su recaudación a AUARA para ayudarnos en nuestro propósito de mejorar la vida de las personas a través del acceso al agua potable.

Gracias a sus donaciones, en estos años hemos podido desarrollar distintos proyectos para proveer de agua a más de 15.000 personas en comunidades desfavorecidas de Camboya, Etiopía, Marruecos, Uganda, India o Mozambique.

Personas que, bien por sequías, conflictos o situaciones de pobreza extrema, no disponían de fuentes de agua limpia cercanas, sufriendo las consecuencias tanto físicas (deshidratación, enfermedades) como de estilo de vida y oportunidades (educación, futuro laboral) que eso supone.

Uno de los proyectos más recientes ha sido la instalación de ocho pozos en Tamil Nadu, una de las zonas más azotadas por la sequía en India. Allí, los escasos monzones de los últimos años han agravado tanto el problema de la falta de agua como su limpieza (la que hay, en muchos casos, está en malas condiciones y llega a provocar graves enfermedades). Estos pozos, cuya construcción se ha tratado de llevar a cabo en lugares que estén bien protegidos y donde pueden aportar el mayor beneficio posible a la comunidad (parroquias, escuelas, etc), han logrado facilitar el acceso a agua potable a cerca de 10.000 personas de todas las edades y condiciones.

En algunos casos, el ratio de coste por persona beneficiada de estos trabajos no llega a 1€. Un solo euro invertido por un donante o colaborador, como en este caso AVEDA, puede hacer que alguien tenga agua para beber, para lavarse, para mantener la higiene de su hogar, para cocinar, y sobre todo, para no tener que preocuparse de si cada día dispondrá de agua suficiente para sobrevivir, pudiendo así dedicar su tiempo a trabajar, a formarse y a sacar adelante a su familia y a su comunidad.

En AUARA queremos seguir trabajando para que muchos más proyectos como estos sean posibles, incluso en un año aciago para la Madre Tierra como lo está siendo 2020: los incendios devastadores de Australia, la invasión de langostas en Kenia, que ha acabado con todas las cosechas, las miles de vidas robadas por el COVID-19, los destrozos provocados por fenómenos meteorológicos extremos… Problemas diferentes que, sin embargo, están tan íntimamente relacionados como lo está el ecosistema de un pequeño bosque.

Si lo pensamos bien, el ciclo de la economía se parece bastante al ciclo de la vida: como en ese efecto mariposa, nos necesitamos unos a otros para que el sistema siga fluyendo, y cualquier acción positiva tendrá su efecto. Si podemos conseguir que una persona, por participar en un evento benéfico, o comprar un champú o una botella de agua en España, puede lograr que en Camboya otra persona deje de padecer el cólera por haber bebido agua contaminada, será que algo estamos haciendo bien.

Gracias a AVEDA y a todos los donantes y socios locales que hacen que nuestro proyecto social sea posible.




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