La inflación en los países pobres, un problema aún más grave

octubre 05, 2022

Silueta de una persona andando por Chad, África

Vamos ya camino de los ocho meses desde que empezara la guerra de Ucrania, que ha removido los cimientos de la economía a nivel mundial. Los procesos de producción agrícola, los combustibles, los precios de la energía y la inflación, entre otros aspectos, se han visto afectados hasta niveles impensables antes del conflicto.

No hay día en el que no escuchemos en las noticias, o entre la gente, hablar de la inflación o de la subida de precios. De hecho, hace menos de una semana que la inflación de la zona euro llegó al 10%, siendo la primera vez que ha alcanzado el doble dígito, y los pronósticos de los organismos oficiales no son nada optimistas con respecto a lo que nos espera en los próximos meses.

La subida del coste de los alimentos y de la energía a nivel mundial ya causa hambrunas en varios lugares del mundo y, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en sólo tres meses ese aumento de la inflación ha llevado a la pobreza a 71 millones de personas en países en vías de desarrollo. En su informe del pasado mes de julio, la agencia de la ONU habla de una crisis del coste de la vida “sin precedentes” con un “impacto devastador” en los países más pobres.

Hambrunas como consecuencia de la subida de precios

El análisis del organismo oficial sitúa a los Balcanes, la zona del mar Caspio y el África subsahariana, sobre todo en el Sahel, como los puntos donde más se está notando el aumento de la inflación, y aboga por ofrecer ayudas directas a las familias que más lo necesitan como la herramienta más eficaz para socorrerlos por encima de subvenciones u otras soluciones.

A ello se suma el llamamiento, por primera vez, del Comité Internacional de Rescate (IRC) a una acción urgente en el este de África, especialmente ante el riesgo de hambruna en Somalia donde, junto a Kenia y Etiopía, viven el 70% de las personas con inseguridad alimentaria más extrema a nivel mundial. La causa principal se debe al aumento de los precios de los alimentos que ha provocado el conflicto en Ucrania, junto con el récord del precio de los fertilizantes y de los combustibles.

Teniendo en cuenta que Rusia y Ucrania producen una cuarta parte del trigo y los cereales que se distribuyen por todo el mundo, que antes de la guerra proporcionaban el 90% del trigo a la región de África oriental, y que el menor acceso a los fertilizantes ha coincidido con la principal temporada de siembra en la región, las consecuencias y los pronósticos no son muy optimistas al respecto.

Otros factores de riesgo

En este escenario, tampoco podemos perder de vista la amenaza de que aumenten los conflictos sociales en las calles a causa de la hambruna. Y además, hay muchos países en vías de desarrollo que aún no se han recuperado de la crisis a todos los niveles que ha supuesto la pandemia: según cifras del Banco Mundial, su deuda se ha elevado a 50 años; o dicho de otra formas, más de 2,5 veces sus ingresos, lo que les hace casi imposible poder afrontar una nueva amenaza económica como la que supone la inflación.

La gran mayoría de los organismos oficiales que alertan de esta dramática situación ofrecen posibles soluciones al respecto. Para el Comité Internacional de Rescate, una de ellas es la de terminar con el bloqueo de las exportaciones de grano ucraniano en el Mar Negro, facilitar las exportaciones por tierra a través de Polonia y restaurar por completo los puertos fluviales en el Danubio. Para la OCDE, lo que hacen falta son políticas que mantengan la búsqueda de fuentes alternativas de energía e impulsar la cooperación internacional para fortalecer el suministro de alimentos.

Todos conocemos que las grandes economías a nivel mundial preparan distintas políticas fiscales para hacer frente a la escalada de precios en sus respectivos países. Quizá sería conveniente también hacerlo a nivel global para no dejar a nadie atrás y no aumentarla brecha de desigualdad social.