Si algo nos enseñó la pandemia fue a protegernos lavándonos las manos. Aprendimos que unas manos limpias son un seguro contra la enfermedad respiratoria que podía matarnos. Porque nuestras manos tocan herramientas, teléfonos, dinero; reciben nuestros estornudos, doblan y desdoblan el pañuelo de la nariz; están en el exterior casi siempre y nos ayudan a conocer y actuar mediante el tacto. Pero también cocinan y nos llevan alimentos a la boca, acarician, nos enjugan los ojos, limpian heridas, saludan a conocidos o personas que acabamos de conocer. Nuestras manos son, portadoras y transmisoras de gérmenes.
Y si, aquí existe la posibilidad de contraer una gripe, la varicela, una conjuntivitis o el propio Covid-19, etc. Pero en muchos lugares del mundo donde no existen baños, la población defeca al aire libre y sin posibilidad de mantener un mínimo de higiene, unas manos sucias pueden suponer la muerte, por riesgo de cólera, diarrea, neumonía, infecciones oculares, o hepatitis que para los que no tienen recursos puede implicar su final.
Actualmente más de 2.000 millones de personas en todo el mundo carecen de servicios higiénicos básicos (y más de un cuarto de ellos no tiene en absoluto ningún servicio higiénico). Tres cuartas partes de la población de los países menos desarrollados no dispone de una instalación para lavarse las manos: 153 millones en Asia central y del sur; 29 millones solo en Bangladesh; 91 millones de los habitantes de zonas urbanas en India, y más y más millones en zonas de Latinoamérica, África, incluso en suburbios de la cercana Europa. Las cifras asustan, ¿verdad?
Y la peor parte se la llevan los más débiles, en este caso los niños. Cada día mueren más de mil menores de cinco años a causa de la falta de higiene, y esta cifra se agrava cuando hay conflictos armados, donde es 20 veces más probable que un niño muera por una enfermedad diarreica (provocada casi siempre por la falta de higiene) que por la violencia en sí misma. No es solo que falte agua limpia y suficiente en sus casas, sino que también carecen de ella en instituciones como los hospitales o los colegios. Aproximadamente el 43% de todos los fallecimientos de neonatos del mundo suceden en el África subsahariana, donde sólo la mitad de las instalaciones sanitarias tienen una fuente de agua; y más de 800 millones de niños no dispone de una instalación para lavarse las manos con agua y jabón en su escuela. A ello se unen los niños con alguna discapacidad, con dificultades para acceder, o las niñas durante la menstruación (que en lugares con falta de instalaciones sanitarias pierden días de escuela cada mes por esta causa)
La sigla W.A.S.H. (Water, Sanitation and Hygiene), que se hizo conocida durante la pandemia, sigue de plena actualidad. Según la OMS, cerca de un millón y medio de muertes en todo el mundo se podrían evitar cada año con avances en esta materia. Porque todavía hoy es un hecho que el agua segura y la higiene mantienen vivos a los niños. Es por eso por lo que, para nosotros en AUARA, el agua es mucho más que una bebida imprescindible, y a la construcción de pozos y depósitos unimos también la instalación de letrinas y servicios sanitarios.
Y ponemos especial interés, por ejemplo, en colegios como el centro de Lwena, en Angola, que para muchos niños ha supuesto el primer lavabo que han visto, igual que el lavabo comunitario en Broylatngor, en Camboya. O los tanques instalados en el hospital Butare (Uganda) y la escuela Nyamotambe (Kenia), que dan servicio directo a más de 2.000 enfermos y médicos y más de 500 estudiantes y profesores respectivamente para beber y lavarse.
El Día Internacional del Lavado de Manos es una cita anual que se celebra cada 15 de octubre para concienciar acerca de esta realidad. Porque la higiene es, y seguirá siendo, la forma más rentable de promoción sanitaria.
Lava bien tus manos
Si saludas a muchas personas, lava más veces tus manos por tí y por los demás.