Los beneficios o ayudas a la maternidad, regulados a través de las leyes de apoyo a la maternidad, permiten a las madres recuperarse después del parto y poder cuidar de los niños recién nacidos durante sus primeras semanas de vida. Normalmente estos beneficios incluyen, como mínimo, una protección especial del puesto de trabajo así como sus condiciones durante un cierto período de tiempo.
Las leyes de maternidad son siempre una cuestión polémica y han sido sometidas a debate en todos los países desarrollados pero, de hecho, son uno de los principales logros de la “sociedad del bienestar” actual. Evidentemente queda mucho camino por recorrer hasta alcanzar los niveles de prestaciones que actualmente poseen los países más avanzados en esta materia pero está claro que, con las consabidas oportunidades de mejora, el mundo desarrollado ha ido dotándose de sistemas que protegen la maternidad con diversos objetivos entre los que se incluye el de aumentar las tasas de natalidad.
Sin embargo, discutir sobre qué país tiene las mejores leyes de maternidad parece algo banal e incoherente cuando más del 70% de las mujeres que trabajan en el mundo no disfrutan de ningún beneficio de este estilo. Además, alrededor del 80% de las personas sin la protección adecuada de la maternidad se encuentran en los continentes africano y asiático.
La Organización Internacional del Trabajo recomienda una baja por maternidad de, al menos, 14 semanas, con seis semanas de permiso obligatorio postnatal para las mujeres, en los países que han firmado el Convenio sobre la protección de la maternidad. Al menos 167 de los países miembros de la organización han aprobado algún tipo de legislación sobre protección de la maternidad, pero no todos ellos aplican o cumplen estas leyes.
La discriminación contra las mujeres en relación a las bajas por maternidad es un fenómeno generalizado en todo el mundo y aunque exista una legislación al respecto, su correcta ejecución sigue siendo un reto hoy en día.
Aun cuando las mujeres tengan derecho a bajas por maternidad, algunas organizaciones no cumplen estas obligaciones y las mujeres trabajadoras se ven obligadas a trabajar desde su casa o volver al trabajo antes de tiempo. Además, en general, pocas empresas cuentan con las políticas adecuadas o brindan un entorno propicio para que las mujeres puedan compatibilizar el trabajo con la lactancia materna una vez que ha terminado su período de baja.
La incorporación de las mujeres al mundo laboral es un reto fundamental en los países en vías de desarrollo y está demostrado que la adopción de ciertas políticas tiene un efecto inmediato en el mismo. Un claro ejemplo de esto fue la aprobación de la ley de la familia en Etiopía en el año 2.000 donde se incluyeron aspectos tan “básicos” como la definición de una edad mínima legal para contraer matrimonio (aspecto no regulado hasta entonces en el país) así como la introducción del consentimiento de ambos cónyuges en la administración de los bienes del matrimonio. Esta nueva situación provocó un incremento espectacular en las tasas de acceso de la mujer al mercado laboral por el simple hecho de romper con ciertas tradiciones que no permitían a las mujeres poder desarrollar plenamente sus capacidades en un entorno de igualdad.
Las políticas protección y apoyo a la maternidad no sólo son importantes para el bienestar de la madre y su bebé sino que son de vital importancia para toda la sociedad en su conjunto a corto y largo plazo. Su introducción, especialmente en los países en vías de desarrollo, supone un primer paso fundamental hacia el desarrollo óptimo del niño, asegurando su buena salud y mejorando las tasas de supervivencia.
Gracias a la baja por maternidad, las madres pueden prolongar el período de lactancia de sus bebés lo que tiene una serie de efectos beneficiosos de suma importancia para los lactantes (disminuye las infecciones y las tasas de mortalidad infantil, mejora el desarrollo mental y físico así como el rendimiento intelectual) y para las propias mujeres en su recuperación post-parto. Además de los beneficios directos como la menor incidencia de la depresión post-parto o la oportunidad de poder recuperarse mejor desde el punto de vista físico, existen otros indirectos como la disminución del riesgo de padecer diabetes, cáncer y el hecho de poder espaciar los nacimientos de futuros hijos, lo que redunda en una reducción indirecta de las tasas de natalidad.
Igualmente, es importante destacar que las políticas de apoyo a la maternidad también tienen un efecto positivo sobre la productividad económica al favorecer la integración de las mujeres en el mercado laboral. Todas las mujeres deberían tener la oportunidad de ejercitar su derecho a poder criar a sus hijos de la mejor manera posible sin renunciar a su participación activa en el mercado laboral y esto sólo es posible si existe un apoyo institucional adecuado que permita que las mujeres no tengan que elegir entre una cosa y la otra.