La mujer del César… y las empresas sociales

marzo 09, 2016

La mujer del César… y las empresas sociales

Ya a finales del siglo I, Plutarco relató la historia de un patricio romano que estaba enamorado de la mujer de Julio César. En una ocasión, durante una fiesta a la que sólo podían asistir las mujeres, el patricio entró en la casa de César disfrazado de músico, pero fue descubierto, apresado y condenado. La cosa no sólo resultó mal para el patricio sino también para la mujer de César puesto que a pesar de que el Emperador estaba seguro de que su mujer no le había sido infiel, terminó reprobándola afirmando que no le “entusiasmaba” que su mujer fuera sospechosa de infidelidad. De aquí el dicho de que “No basta con que la mujer del César sea honesta sino que también tiene que parecerlo”.

Más de veinte siglos han pasado desde esta historia y, evidentemente en nuestros días una situación como esta tendría otro tipo de consecuencias seguramente menos trágicas y más cómicas, pero lo importante es el punto de reflexión que provoca.

En el mundo empresarial de hoy en día, la reputación es uno de los activos más valiosos que las empresas se empeñan en cultivar y mantener a lo largo del tiempo. La reputación empresarial es un ente huidizo, frágil y, sobre todo, en todo momento sujeto a la interpretación de terceros y no de uno mismo.

La reputación se construye a través de la percepción individual de cada uno de los clientes, proveedores, financiadores, medios de comunicación, accionistas o público en general. Es una lluvia fina que va poco a poco calando y, en general, nunca existe una única razón por la que una empresa tenga una mejor o peor reputación. Sin embargo, siempre suele haber consenso en cuanto a si la reputación de una empresa es buena o mala. Además, cualquier “desliz” (o exceso de pasión como en el caso de nuestro patricio) puede tener unas consecuencias mucho más negativas de lo que uno podría esperar.

La humanidad se compone de muchas y muy diferentes culturas con costumbres y valores muy dispares aunque hay una serie de sentimientos universales que se repiten. Por ejemplo, la pérdida de confianza provoca una reacción generalizada de rechazo, muchas veces irracional, pero innegable, y si no, que se lo digan a Pedro y sus ovejas que terminaron comidas por el lobo, por no hablar de otros casos que todos tenemos mucho más frescos en nuestra memoria en la industria automovilística o farmacéutica. Lo que parece claro, es que uno tiene que ser reconocido por sus buenas intenciones o actos (y preocuparse de no pasarse en ningún momento al lado oscuro), pero además tiene que ayudarse de todos los mecanismos posibles para que sus acciones sean percibidas de manera correcta, sin dar lugar a malas interpretaciones. Acordémonos de la pobre mujer del César, a la que, sin comerlo ni beberlo, las circunstancias le llevaron a un trágico final.

Si una empresa tiene en su material genético unos cromosomas que la hacen radicalmente distinta al resto de los miembros de su especie, inevitablemente se genera una gran suspicacia entre sus congéneres y el público en general…

AUARA es una “empresa social”, lo que parece ir en contra del concepto imperante en la sociedad de que las empresas sólo se preocupan de sus propios intereses y rentabilidad económica ignorando cualquier otro aspecto. Por ello, hemos considerado de vital importancia trabajar desde el primer día en no sólo ser una empresa social, sino también en parecerlo y que nuestras señas de identidad se perciban de manera correcta.

En España no existen antecedentes o experiencias similares de empresas como la nuestra por lo que hemos tenido que mirar al exterior para buscar el mejor espejo posible y lo hemos encontrado en el Reino Unido, donde las empresas de nuestra “especie” tienen una mayor tradición. En este país existen iniciativas con el mismo enfoque que se ha adoptado con los sistemas de aseguramiento de la calidad, la gestión medioambiental o la prevención de los riesgos laborales: la definición de estándares y la validación por parte de certificadores externos de la adaptación al cumplimiento de dichos estándares.

Así, hemos seleccionado los criterios de Social Enterprise Mark (www.socialenterprisemark.org.uk) como referente de nuestra gestión y estamos en fase de la certificación de nuestra gestión conforme a los estándares definidos por esta iniciativa.

Una empresa social, bajo el criterio de calificación de Social Enterprise Mark, se caracteriza por cumplir con, al menos, 5 requisitos principales:

 

    • Tener unos objetivos sociales y/o ambientales muy claros y reconocidos al más alto nivel de la organización (dentro del objeto social de la compañía, estatutos y acuerdos de socios).

 

    • Ser una empresa privada e independiente, sin que exista ningún grupo u organización que pueda influenciar de manera relevante la toma de decisiones.

 

    • Que al menos el 50% de sus ingresos provengan de actividades comerciales.

 

    • Que más del 50% de los beneficios se dediquen al cumplimiento de los objetivos sociales o ambientales definidos en la empresa.

 

    • Que en caso de disolución de la empresa, los activos residuales de la misma se inviertan en proyectos destinados a cubrir los objetivos sociales o ambientales de la empresa.

 

Evidentemente, estos compromisos deben adquirirse de manera vinculante y demostrable al más alto nivel dentro de la compañía, por lo que están sujetos a una revisión inicial por parte de un panel de certificación así como a auditorías anuales de seguimiento.