Fundación Dilaya es una ONG que, desde Madrid, trabaja en proyectos sin ánimo de lucro especialmente relacionados con la infancia. Su labor se centra en apoyar proyectos con un alto impacto en los ámbitos de la educación, la salud, el agua y saneamiento y la seguridad alimentaria, y aunque su nacimiento está muy ligado a la República Democrática del Congo, están presentes también en Kenia, Camerún y Mozambique, donde colaboran estrechamente con religiosos y misioneros españoles presentes en algunas de las zonas más desfavorecidas de estos países. Con AUARA ya han trabajado en proyectos como la construcción de un pozo en una escuela de infantil en Tete, Mozambique, y ahora, un segundo pozo y un huerto de árboles frutales para el desarrollo de otro proyecto educativo en la misma ciudad, en este caso dirigido a jóvenes.
Beatriz López Quintás es responsable de proyectos de la Fundación y nos cuenta un poco más sobre su actividad.
A nivel personal, ¿qué te movió a unirte a esta organización y qué te aporta? Dilaya es una organización pequeña, pero desarrolla proyectos que tienen un gran impacto en la vida de muchas personas, sobre todo de niños y niñas que viven en condiciones de pobreza extrema. Es también una organización abierta a los cambios, flexible, con ganas de avanzar y con grandes retos por delante. Esto es muy motivador para una persona como yo, formada en la gestión de entidades sin ánimo de lucro, que cree en el gran motor de cambio que es el tercer sector y con un gran compromiso con el desarrollo de las comunidades en las que la pobreza es más severa. Además, Dilaya cuenta con un gran equipo.
Se trata de una organización de origen español ¿Por qué la cooperación en África y, más concretamente en esos países? Las desigualdades que existen a nivel global son abismales. Muchos de los hospitales de nuestras ciudades tienen más médicos que algunos países africanos. Es necesario trabajar para lograr que algunos de los países del continente logren superar niveles de pobreza que son inadmisibles y no conocidos en la sociedad en la que nosotros vivimos. Concretamente, Dilaya comenzó trabajando en R.D. del Congo por el compromiso personal de su fundadora, Marta Vega, con proyectos a favor de la infancia de este país. A partir del 2020 el equipo conoció el trabajo de varios misioneros españoles que trabajan en Kenia, Camerún y Mozambique y eso fue un regalo para nosotros: su entrega a las personas más pobres nos movió a ampliar nuestro alcance y apoyar su trabajo en estos países.
“Un pozo en un pueblo es esperanza de una vida mejor para las personas que viven en él.”
¿Cuáles son los principales problemas sociales con los que os encontráis? La desprotección de la infancia en un país como R.D. del Congo en el que el estado hace total dejación de sus funciones y los niños y niñas que no reciben una educación de calidad en África son los dos principales problemas que abordamos. Por otro lado, la pandemia de covid-19, la crisis inflacionista y la climática y la actual guerra en Ucrania son una sucesión de factores que han disparado los precios de los alimentos básicos en África. Esto supone un grave problema desde el punto de vista de la seguridad alimentaria de los grupos de población más vulnerables. Y, de hecho, las principales organizaciones humanitarias internacionales advierten de que el hambre en África está volviendo a niveles de hace 20 años.
También realizáis labores de sensibilización a nivel local en España, ¿en qué consisten y por qué es importante esta pata de vuestro trabajo? Sí, de hecho, es parte de nuestra misión. Una sociedad conocedora de las desigualdades a nivel global es la base para lograr una mayor participación social que genere el cambio hacía una sociedad libre de pobreza. Actualmente estamos haciendo campañas on line en redes sociales sobre las problemáticas en las que trabajamos y las soluciones que apoyamos. Las herramientas de comunicación on line se han revelado como un método muy eficaz para la comunicación externa, por su amplia implantación y su gran alcance. El uso de estas herramientas tiene además un bajo coste en relación al alto impacto que pueden llegar a tener y además tienen un alto componente participativo.
¿Cómo afecta, en general, la falta de acceso al agua potable en el desarrollo de esta zona? La falta de agua afecta a todas las dimensiones de la vida de una comunidad. Yo diría que el agua es transversal en las intervenciones sociales. Ningún proyecto educativo, de salud y ya no digamos de seguridad alimentaria, podrá alcanzar plenamente sus objetivos si falta el agua.
“Las principales organizaciones humanitarias internacionales advierten de que el hambre en África está volviendo a niveles de hace 20 años.”
¿Cuál es vuestra relación con AUARA? La relación entre AUARA y Dilaya tiene los componentes de una alianza, que trasciende la relación donante–receptor, pues hay un objetivo compartido, un gran conocimiento mutuo y confianza entre ambas partes. Se comparten los logros y los fracasos y como en toda alianza las personas son una pieza clave en su funcionamiento. AUARA y Dilaya comenzaron a trabajar juntas hace tan solo unos años, pero la relación de las personas de ambas organizaciones viene de más lejos y hemos hecho muchos proyectos que han llevado agua a muchísimas personas.
¿Cómo cambia una comunidad después de haber terminado el proyecto, con un uso del agua mejor? El agua es esencial en cualquier comunidad. Tener acceso a una fuente de agua segura no solo es un factor clave en la salud de las personas, sino que también se traduce en tiempo para estudiar, para trabajar, es seguridad para las mujeres y es también poder destinar recursos, siempre escasos en donde falta agua, a otras necesidades. Un pozo en un pueblo es esperanza de una vida mejor para las personas que viven en él.
¿Cuáles son los principales objetivos de la organización para este año 2024? Tenemos un plan estratégico para los próximos tres años. A corto plazo queremos desarrollar la relación con nuestros socios locales con más proyectos y de más impacto. También queremos que Dilaya tenga una mayor orientación al marketing que haga de la fundación una organización más sostenible, siempre reforzado el compromiso con la transparencia.
“Una sociedad conocedora de las desigualdades a nivel global es la base para lograr una mayor participación social que genere el cambio hacía una sociedad libre de pobreza.”